La grieta que cala hondo en el pueblo boliviano, que divide aguas y que dejó en evidencia la pelea entre hermanos durante las últimas tres semanas, también tiene su correlato en los máximos organismos internacionales que deben velar por la democracia. Esto quedó expuesto descarnadamente ayer en las reacciones frente a la crisis política del país andino en la OEA y la ONU.

Desde la Organización de Estados Americanos (OEA) su titular, el uruguayo Luis Almagro consideró

ayer que quien cometió un "golpe de Estado" en Bolivia fue Evo Morales, al que acusó de haber tratado de "robar" las elecciones del 20 de octubre.

"La sangre en la manos es de aquellos que cometieron el fraude electoral, la OEA no dio un golpe de Estado, dieron un golpe de Estado quienes se robaron la elección declarando un triunfo en primera vuelta", afirmó Almagro en un Consejo Permanente de la OEA sobre Bolivia.

Por su parte, la ONU afirmó que no le corresponde "definir" si la renuncia de Evo Morales, fue consecuencia de un golpe de Estado o no. "No es una situación que nosotros debamos definir", dijo Farhan Haq, vocero del secretario general, António Guterres, en conferencia de prensa en la sede del organismo.

Calificó las circunstancias en Bolivia como "muy fluidas" y aseguró que la ONU está procurando que la crisis en el país sudamericano no escale.