Después de 1.221 días pánico que dejaron una inigualable estela de dolor y muerte alrededor del mundo y puso al sistema sanitario y la economía del planeta al borde de un colapso masivo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso fin ayer a la emergencia internacional por la pandemia de covid-19. Pero llamó a "no bajar la guardia" ya que este virus "llegó para quedarse".

El Comité de Emergencias de la OMS recomendó a la agencia de la ONU declarar el fin de la crisis provocada por el coronavirus como "emergencia de salud pública de importancia internacional" que duró más de tres años.

La OMS había decretado el 30 de enero de 2020 la pandemia por coronavirus tras una furia de contagios mortales que arrancaron en China y que a lo largo de un poco más de tres años causó 765 millones de contagiados y siete millones de fallecidos, que podrían llegar a 20 millones por el exceso de mortalidad en ese período.

La Universidad Johns Hopkins (JHU) de EEUU estima que la pandemia causó en el mundo 6,8 millones de fallecidos y unos 676 millones de casos, si bien la OMS calculó ayer que la cifra de muertos se acerca más bien a los 20 millones, el triple de lo mostrado en sus propias estadísticas.

En Argentina, desde el inicio de la pandemia hasta el 22 de abril de 2023 se notificaron 10.052.021 casos confirmados de coronavirus y 130.501 fallecimientos. El país atravesó un duro y largo período de encierro desde que el 20 de marzo de 2020 el presidente Alberto Fernández anunciara el inicio de un Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) que, entre otros efectos, puso al país como el que más tiempo cerró las escuelas y privó a millones de chicos y jóvenes del derecho de aprender.

"Con gran esperanza declaro que la covid-19 ya no es una emergencia sanitaria de alcance internacional", afirmó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, al estimar que la pandemia dejó "al menos 20 millones" de muertos.

"Esto no significa que la covid-19 haya dejado de ser una amenaza para la salud mundial", manifestó en conferencia de prensa y recordó que la semana pasada el virus "se cobró una vida cada tres minutos, y eso sólo en las muertes que conocemos". "Mientras hablamos, miles de personas de todo el mundo luchan por su vida en unidades de cuidados intensivos. Y millones más siguen viviendo con los efectos debilitantes de la afección posterior", resaltó.

"Este virus está aquí para quedarse. Sigue matando y sigue cambiando. Sigue existiendo el riesgo de que surjan nuevas variantes que provoquen nuevos repuntes de casos y muertes", alertó desde la sede central del organismo en Ginebra (Suiza).

"Lo peor que podría hacer ahora cualquier país es utilizar esta noticia como motivo para bajar la guardia, desmantelar los sistemas que ha construido o enviar el mensaje a su población de que la covid-19 no es nada de lo que preocuparse", enfatizó el médico etíope.

En pandemia, para prevenir los contagios, los gobiernos impusieron estrictas medidas nunca implantadas en numerosos países. Se sucedieron las restricciones de viajes, las cuarentenas, los confinamientos, el aislamiento social, la cancelación de eventos, etc. El temor a la escasez de provisiones llevó incluso a compras de pánico. Pese a que hubo fluidez de información, el miedo se apoderó de la población y proliferó la desinformación.

Todo comenzó en Wuhan, China

El coronavirus SARS-CoV-2 se detectó por primera vez en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019 y en enero de 2020 se extendió por toda China. Todas las pistas apuntaban a un mercado de animales donde se vendían y faenaban diversas especies en medio de cero medidas de higiene y seguridad. Se sospechaba que el contacto próximo entre personas que trabajaban en ese recinto con algún animal que habría servido de "reservorio viral" (primero se habló de armadillos y más recientemente de perros mapaches) había facilitado el salto del patógeno al ser humano.

Con el paso de los meses surgieron sospechas de que China estaba ocultando información sobre el origen del virus y se planteó que otra hipótesis a investigar era la eventual fuga del virus de un laboratorio. Pero el hermetismo del régimen chino y su afán de ocultar impidió precisar el origen.

Entre Pfizer y la Sputnik V

En el mundo occidental, la farmacéutica estadounidense Pfizer/BioNTech fue la primera en sintetizar una vacuna, que comenzó a inocularse en Estados Unidos el 14 de diciembre de 2020, a lo que siguió el Reino Unido de Gran Bretaña y más tarde la Unión Europea, para ampliarse paulatinamente a otros países.

A ésta le siguieron las de los laboratorios Moderna, AstraZeneca, Janssen, Novavax, Sanofi y GSK, siendo la última en llegar la de la multinacional española Hipra. Rusia aportó la vacuna Sputnik V en agosto de 2020, que fue presentada por el presidente, Vladimir Putin, y China se sumó también con las vacunas Sinopharm (de Sinovac Biotech) y la RDB, conocida por su bajo coste. También India puso en el mercado su vacuna Covaxin. Poco a poco, la vacunación permitió la remisión de los contagios y las medidas de desescalada propiciaron la llegada de la normalidad.