Este es sólo el comienzo de la pandemia por el coronavirus, aunque la segunda ola podría adoptar una forma distinta de la primera. Así lo afirma el virólogo Peter Piot, quién pasó los últimos 40 años siguiéndole la pista a distintos virus y luchando contra ellos.

El profesor Piot colaboró, cuando tenía 27 años, en el descubrimiento del ébola. Y luego lideró la lucha contra el VIH y el SIDA.

El científico, director de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Inglaterra), contrajo Covid-19 a comienzos de este año. En una entrevista con el País de Francia habló de la manera en que el coronavirus cambió su punto de vista sobre la enfermedad, por qué necesitamos una vacuna y de las consecuencias de la pandemia a largo plazo.

— Tras 40 años buscando virus, recientemente estuvo muy cerca del coronavirus. ¿Cómo se encuentra?

Tardé tres meses en recuperarme, pero ahora vuelvo a sentirme más o menos normal. Sin embargo, mi experiencia me enseñó que el Covid-19 es algo más que gripe, o bien una enfermedad, que hace que el uno por ciento tenga que recibir cuidados intensivos y muera. Entre esos dos extremos hay mucho. Pero me sirvió para entenderlo mejor. Ahora conozco el virus desde adentro, no solo por estudiarlo o luchar contra él. Es una perspectiva muy distinta.

— ¿En qué sentido?

Ante todo, esta es una crisis relacionada con los humanos. Buena parte de las comunicaciones oficiales sobre el coronavirus hablan de aplanar la curva, y apenas de seres humanos. En segundo lugar, en cuanto a la percepción, el hecho es que no es una cuestión de “gripe o cuidados intensivos”. Va a dejar a mucha gente con afecciones crónicas. Tras haber luchado contra virus la mayor parte de mi vida, ahora uno me alcanzó, pero pienso que es también la experiencia humana la que cambia las cosas.

— En la actualidad hay más de nueve millones de casos de Covid-19 en todo el mundo y la pandemia se está extendiendo por Latinoamérica. ¿Cuál es su perspectiva sobre la situación actual?

Bueno, lo primero es que las cifras se quedan cortas, sin duda, porque estos son los casos confirmados. De modo que probablemente estemos más cerca de superar con creces los 20 millones, y pronto, el medio millón de muertes. Junto con el VIH, convertido ahora en una epidemia silenciosa que sigue matando a 600.000 personas cada año, y la gripe española de 1918, el coronavirus es ciertamente no solo la mayor epidemia, sino también la mayor crisis social en tiempos de paz. Si pensamos en Europa, prácticamente todos los países lograron contener la expansión del virus, y esa es una buena noticia. Las sociedades están volviendo a ponerse en marcha y relajando algunas medidas. Y ahora tenemos que prepararnos para la llamada segunda ola. Estamos solo al comienzo de esta pandemia. Mientras haya personas propensas a infectarse, el virus estará muy dispuesto a hacerlo, porque necesita nuestras células para sobrevivir.

— ¿Hay alguna razón para el optimismo?

Una buena noticia es la colaboración científica, que no tiene precedentes. Es difícil seguir el ritmo de la nueva información y de la ciencia que se está publicando sobre algo que, aunque parezca increíble, tiene solo cinco meses. A veces me digo: “¿cómo voy a mantenerme informado de todas las publicaciones?” Pero, por otra parte, es un problema bueno, porque en las anteriores epidemias la información no se compartía. También es insólito que las empresas y los países estén invirtiendo enormemente en el desarrollo de vacunas, medicamentos y demás. De modo que es un rayo de esperanza.

— Si estamos solo al comienzo de la pandemia, ¿cuánto podría durar?

Yo diría que, a corto o medio plazo, una vacuna supondría una enorme diferencia, aunque dudo de que sea una vacuna eficaz al 100 por ciento. Oímos promesas de que en octubre dispondremos tal vez de cientos de millones de vacunas. Es más probable que sea en 2021, y eso realmente podría ayudar a controlar la epidemia en gran medida. Pero seguiremos teniendo que cambiar nuestra forma de relacionarnos con los demás.

— Incluso aunque una vacuna pueda impedir que la gente enferme, mencionó que muchos padecerán afecciones crónicas. ¿Cómo debería organizarse la respuesta a más largo plazo?

Estamos todos ocupados con la crisis aguda y, aunque ahora tenemos un poco de tiempo para prepararnos para los brotes de la segunda ola, también necesitamos mirar a más largo plazo. Esto es evidente en lo que respecta al impacto económico y social, pero también para el impacto en la salud mental que tiene no solo la epidemia, sino también las medidas para contrarrestarla, por ejemplo, cuarentena, chicos que no van a la escuela. Esta situación podrían realmente agravar las desigualdades y las injusticias sociales. A menudo, las epidemias revelan las líneas divisorias de la sociedad y acentúan las desigualdades. Es algo que va mucho más allá de los aspectos biológicos y médicos, pero es lo que tenemos que planificar ahora.

Fuente: El País de España / TN