Estados Unidos inició ayer en hospitales de Indiana y Tennessee la campaña de vacunación más ambiciosa de su historia, en la que distribuirá 250 millones de dosis para tratar de inocular contra la gripe A al menos a la mitad de su población.

Las primeras dosis de la vacuna son en aerosoles nasales de la unidad MedImmune de AstraZeneca, que fueron los primeros en terminar su proceso de fabricación, empaque y aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por su sigla en inglés). Esta modalidad está elaborada con virus vivo y debilitado de H1N1, mientras que la inyección se basa en el mismo virus muerto.

Las vacunas comenzaron a administrarse un día antes de lo previsto por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades del país (CDC), que en un principio calculaba que el primer suministro de 600.000 dosis estaría disponible a partir de hoy.

El Departamento de Salud de Estados Unidos coordinó la semana pasada el reparto de ese primer cargamento, proveniente de cinco de las compañías: Sanofi-Aventis SA, CSL Ltd, Novartis AG, GlaxoSmithKline y MedImmune y asignado a los estados a través de un solo distribuidor.

Los primeros en vacunarse fueron médicos, enfermeras y personal de emergencia de dos hospitales de Indiana y Tennessee, de acuerdo con las indicaciones del Gobierno de inocular de forma prioritaria a los trabajadores de salud. Asimismo se recomendó la prioridad a mujeres embarazadas, niños y personas con condiciones crónicas como diabetes o asma, que tienen mayor riesgo de enfermarse gravemente de influenza.

Con estas primeras dosis se puso en marcha marcha un complejo esquema preventivo en el que el Gobierno invirtió más de 2.000 millones de dólares. En total, a lo largo de esta semana, el Gobierno espera garantizar el acceso gratuito de los ciudadanos a un máximo de 7 millones de vacunas, algunas de ellas en forma de inyección, según el CDC.

Hasta el viernes, 47 estados y localidades habían encargado al Gobierno más de más de 1,3 millones de dosis de la vacuna, con más órdenes por llegar de un total de 90.000 estados y compradores individuales como los vendedores minoristas.

La influenza H1N1 causó casi 600 muertes y al menos 9.000 hospitalizaciones en todo el país y a nivel mundial, según el último informe de la OMS, provocó 300.000 contagios y 3.486 muertes.

La rapidez en la fabricación ha sido, sin embargo, la principal instigadora de la desconfianza en la seguridad de la vacuna. Esa razón, más la preocupación por los posibles efectos secundarios, hace que el 60% de los estadounidenses duden someterse a la vacuna, según una encuesta divulgada el viernes por la Universidad de Harvard.

De esta forma Estados Unidos concluyó la carrera contrarreloj para fabricar y distribuir la vacuna casi a la par que Australia y detrás de China y Reino Unido.