La Academia de las Ciencias sueca  concedió el Nobel de Física 2017 a los científicos que detectaron por primera vez las ondas gravitacionales en el laboratorio estadounidense LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory). Se trataba de la única parte de la Teoría de la Relatividad de Einstein que quedaba por demostrar y su detección, dicen los científicos, ha abierto una nueva era en la astronomía. Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne son los tres investigadores galardonados por un logro científico que ha involucrado a miles de investigadores en todo el mundo.

Las ondas gravitacionales son perturbaciones en el espacio tiempo, ondulaciones que viajan a la velocidad de la luz y que son producidas por fenómenos muy violentos del Universo, como la fusión de agujeros negros. El 14 de septiembre fueron detectadas por primera vez cuando al laboratorio LIGO llegaron los ecos de una colisión entre dos agujeros negros que se produjo a 1.300 millones de años luz.

Han sido detectadas ya en cuatro ocasiones, la última el pasado mes de septiembre.

"Han hecho falta 100 años para confirmar la existencia de las ondas gravitacionales pero nuestras observaciones durante los dos últimos años ya han suscitado preguntas sobre la formación y la evolución de los agujeros negros, y nos ha permtiido probar testar la gravedad de Einstein con una precisión increíblemente mayor de lo que era posible antes", ha declarado B S Sathyaprakash, investigador de la Universidad de Cardiff, uno de los miembros del equipo LIGO.

Los padres de las ondas gravitacionales también han sido galardonados este año con el Premio Princesa de Asturias de Investigación.

El Nobel de Medicina de este año, anunciado el lunes, fue para científicos estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young por sus investigaciones sobre los mecanismos moleculares que regulan los ritmos circadianos.