La decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de ordenar la muerte del poderoso comandante iraní Qasem Soleimaní supone una arriesgada apuesta por intimidar a Irán y ha desatado temor entre los aliados de Washington a una nueva guerra en Oriente Medio.


El ataque con drones contra Soleimaní, comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución iraní, podría considerarse como el movimiento más arriesgado de Washington en Oriente Medio desde la invasión de Irak en 2003, en opinión del veterano periodista del diario The New York Times David Sanger.


Hasta ahora, la narrativa del Ejecutivo estadounidense ha sido la misma. El secretario de Estado, Mike Pompeo, reiteró que el objetivo del ataque que mató a Soleimaní era impedir un "ataque inminente" que habría puesto en peligro la vida de militares y diplomáticos estadounidenses.


En entrevistas con las cadenas CNN y Fox, Pompeo rechazó ofrecer pruebas concretas sobre esa supuesta amenaza a pesar de que los demócratas están presionando para obtener información y se limitó a decir que la decisión de atacar estuvo basada en información de las agencias de inteligencia. Además, Pompeo aseguró que EEUU está preparado para responder ante cualquier represalia de la República Islámica de Irán.


De esa forma, con el ataque, Washington buscaba en el fondo restablecer una estrategia de disuasión con Irán y mostrar que no quedarán impunes los incidentes en el estrecho de Ormuz, por donde cruza la quinta parte del crudo mundial, y los ataques de septiembre a refinerías saudíes, en los que Irán niega cualquier responsabilidad.


La tensión entre Teherán y Washington se ha incrementado desde que Trump ordenara la salida unilateral de EEUU del acuerdo nuclear de 2015.


En este caso, el punto de inflexión se produjo con la muerte el pasado 27 de diciembre de un contratista estadounidense en un ataque contra una base militar en Irak que el Pentágono atribuye a la milicia chií Kata'ib Hizbulá (KH), que según Washington tiene vínculos con Teherán.


En respuesta a esa víctima mortal, EEUU lanzó ataques en Siria e Irak contra la KH que causó la muerte de una veintena de personas y provocó que cientos de simpatizantes de esa milicia reaccionaran asaltando la Embajada estadounidense en Bagdad.


Para intentar tranquilizar a sus aliados, Pompeo conversó ayer por teléfono con los responsables de Exteriores de cuatro países: Rusia, Francia, Alemania y Reino Unido.


Además, telefoneó al príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman; al presidente de Afganistán, Ashraf Ghani; al poderoso jefe del Ejército paquistaní, el general Qamar Javed Bajwa, y al miembro del Politburó del Partido Comunista Chino (PCCh) Yang Jiechi, arquitecto de la política exterior del gigante asiático.

Israel festeja

En contraste con las críticas de los principales líderes mundiales, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, elogió a Trump por el ataque aéreo de EEUU que mató al máximo responables de las milicias iraníes. China, Rusia y Francia, todos miembros permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, dijeron que veían el ataque con suma preocupación.