"El trabajo nunca volverá a ser el mismo". Esta fue la conclusión a la que llegó la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en su análisis sobre el impacto que tendrá la pandemia por coronavirus sobre el empleo en la región. Y no se refiere solo al intenso golpe que hará subir las tasas de desocupación, sino también a las formas que tendrán que adoptar los países para la reactivación económica, un paso que aún está plagado de "gran incertidumbre".

De acuerdo con un análisis que la organización presentó en rueda de prensa virtual, la tasa de desocupación, que a fines de 2019 era de 8,1%, podría subir entre 4 y 5 puntos porcentuales en América Latina y el Caribe. Números que reflejan la magnitud de la recesión que no encuentra punto de comparación en la historia reciente.

Es decir, que habrá unas 15 millones de personas que quedarán desempleadas a causa de la pandemia, y se elevará así la cifra al récord histórico de 41 millones, un aumento sin precedentes que pone de manifiesto los efectos devastadores del COVID-19 y del confinamiento para evitar más contagios.

El organismo técnico de la ONU prevé que en el segundo trimestre de 2020 se pierda en todo el mundo el 14% de las horas de trabajo, lo que equivale a la destrucción de 400 millones de empleos a tiempo completo. "Las Américas es la región que registra mayores pérdidas", destacó.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) contabiliza, a la fecha, 5.218.590 casos confirmados y 249.318 muertes en el continente, por encima de Europa. Si bien Estados Unidos, con 2.573.393, es el país que agrupa la mayor cantidad de positivos, lo siguen, Brasil con 1.368.195; Perú (282.365); y Chile (279.393).

La Argentina, con una curva ascendente, permanece en un estado de alarma en todo el país, sobre todo en el AMBA donde el confinamiento es estricto y se concentra el mayor porcentaje de actividad económica, no escapa a al escenario que describió la OIT.

La caída del empleo, para el organismo, profundizará la desigualdad y la pobreza en la región. "Va a repercutir sobre la estabilidad económica y social de nuestros países”, advirtió el Director de la Oficina de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.

El estudio destacó que el más reciente pronóstico del Banco Mundial estima una caída en el crecimiento económico de 7,2% lo cual llevaría la tasa de desocupación hasta 12,3%, mientras que si se consideran los últimos datos del FMI de una contracción de -9,4%, los niveles de desempleo se elevarían hasta 13%.

En este contexto, los más vulnerables y aquellos que formen parte de las filas del trabajo informal serán los más afectados. Entre ellos, el organismo enumeró a las mujeres, las comunidades indígenas y los migrantes.

Las consecuencias en el horizonte

El golpe se verá reflejado también en la reducción de horas trabajadas, el deterioro de los puestos de trabajo y la caída de los ingresos de los trabajadores y de los hogares.

“Una característica de esta crisis ha sido la velocidad del impacto que se ha traducido en un colapso inmediato de los ingresos laborales y familiares de un conjunto muy amplio de la población”, dijo Pinheiro. “Esto puede amplificar las desigualdades sociales dado que los ingresos laborales en promedio aportan alrededor del 80%, de los ingresos totales familiares en la región”, detalló.

En tanto, el documento indica que en la región aproximadamente un 40% del total del empleo se desarrolla en sectores económicos de alto riesgo frente a la crisis detonada por la pandemia, mientras que un 17% lo hace en sectores de riesgo medio-alto. Alrededor del 60% de los ocupados en América Latina y el Caribe se encuentran expuestos a significativas pérdidas de empleo, de horas trabajadas y de ingresos laborales.

Algunos de los sectores de actividad de alto riesgo son los servicios de alojamiento o de comidas, o comercio, de mano de obra intensivos, y menores niveles de calificación.

En el otro extremo de la clasificación, una muy baja proporción de los trabajadores -inferior al 20%- están ocupados en actividades de bajo riesgo, siendo la administración pública y los servicios de educación y de salud las ramas de actividad más importantes cuantitativamente dentro de este segmento.

Ante este panorama, la OIT hizo un "llamado a la acción" a los gobiernos junto con los actores sociales del mundo del trabajo y pidió políticas robustas para enfrentar la crisis que ya vive la región.

Entre las políticas de contención dispuestas en la región, la entidad destacó la decisión del gobierno argentino de prohibir despidos, la implementación del “Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción” (ATP), el pago del IFE destinado a trabajadoras y trabajadores informales, de casas particulares y monotributistas sociales; mientras avanza en el plan pospandemia.

Ante la gran incertidumbre que genera el COVID-19 en todo el mundo -sin vacuna y con rebrotes registrados en variadas latitudes- la OIT recomendó una salida paulatina y protocolos específicos y estrictos para la reactivación de la economía.

También aconsejó regular el teletrabajo, una modalidad que se aceleró y afianzó durante la cuarentena.