Mientras algunos japoneses temen que el reciente sismo haya provocado el peor accidente nuclear después de Chernoby, otros tratan de subestimar las comparaciones con aquella tragedia ocurrida hace casi 25 años en Ucrania (Europa del Este).

La explosión de un reactor en Chernobyl (Ucrania) significó el mayor accidente nuclear de la historia. Fueron arrojadas a la atmósfera unas 200 toneladas de material fisible con una radiactividad equivalente a entre 100 y 500 bombas atómicas como la que fue lanzada sobre Hiroshima.

Según los expertos ucranianos, Chernobyl se cobró la vida de más de 100.000 personas en Ucrania, Rusia y Bielorrusia -los países afectados por la catástrofe-, cifra que organizaciones ecologistas, como Greenpeace, elevan hasta 200.000. Otros ambientalistas van mucho más lejos al sostener que hubo 6 millones de muertes a largo plazo asociadas a la radiación.

Era la 1.24 de aquel trágico 26 de abril de 1986, cuando el reactor número cuatro de la planta estalló por una combinación de fallos técnicos y humanos. La nube tóxica se extendió por media Europa, especialmente Ucrania, Bielorrusia y Rusia, matando a miles de personas en los meses siguientes.

Las autoridades rusas tardaron dos días en informar al mundo del desastre. Después desplegaron un enorme contingente -los llamados liquidadores- para hacer frente al desastre, culminando en la construcción de un sarcófago de cemento que cubría el reactor averiado.

Más de 600.000 liquidadores -bomberos, soldados, funcionarios y voluntarios soviéticos- combatieron durante semanas contra la radiación en condiciones "paupérrimas" -sin trajes ignífugos ni cascos- lo que a la postre les supondría a muchos la muerte o la invalidez de por vida.

Durante las semanas, meses e incluso años después del accidente, la radiación hizo su trabajo y acabó con la vida o hizo enfermar a miles de personas.