Los crecientes precios de los alimentos han avivado la inflación en Latinoamérica y podrían llevar a los bancos centrales a una encrucijada: subir tasas de interés y enfriar la economía o proteger a sus exportadores. En Brasil los alimentos subieron un 9 % hasta noviembre y superaron el 5,6 % de inflación general.

El ritmo anual de inflación de los alimentos se triplicó en México en noviembre comparado con 2 meses antes y en el 2010 los precios de la comida treparon 37 % en Argentina, de acuerdo con estimaciones de la consultora EcoLatina.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) dijo que los precios de los alimentos subieron a un máximo histórico el mes pasado, al superar los niveles del 2008, cuando se dispararon saqueos en países tan distantes como Egipto, Camerún y Haití.

Si este repunte se prolonga y compromete las metas inflacionarias, las autoridades monetarias de la región tendrán que evaluar un alza de las tasas de interés, una medida que fortalece las monedas pero complica a los exportadores.

Hasta ahora, muchos países de la región intentan mantener a raya sus costos productivos y proteger la competitividad de sus exportaciones de materias primas moderando la fortaleza de sus monedas. Pero si el alza de los alimentos llegó para quedarse, las autoridades monetarias tendrán que replantear su estrategia.

Con el ojo en los precios


América Latina ha sido inundada por dólares en los últimos años por los precios récord de las materias primas que exporta y por los flujos de los inversores, que han puesto miles de millones en la región atraídos por el crecimiento económico y tasas de interés mucho mayores a las del mundo desarrollado. "Aumentar ahora tasas de interés para amortiguar el golpe inflacionario de la subida de precios de los alimentos, claramente lo haría aún más conspicuo, los capitales entrarían más fuerte", dijo Giugale, director de Política Económica y Programas de Reducción de Pobreza del BM para la región.

El alza en precios de alimentos preocupa a las autoridades por el impacto adicional que puede acarrear en los precios, mientras el consumo se acelera en gran parte de la región por el mayor poder adquisitivo que trajeron las monedas fuertes.

Ya los bancos centrales de Brasil y México, las dos mayores economías regionales, advirtieron que vigilan de cerca los precios de las materias primas. Venezuela, importador de varios productos alimenticios, parece más vulnerable al impacto de los precios de la comida, después de haber devaluado su moneda y mientras su tasa de inflación trepa al 27 %.

La cosa es menos apremiante en México, donde la lenta recuperación económica tras la crisis global puede posponer los aumentos en la tasa de interés hasta el próximo año. Pero en Brasil la autoridad monetaria dijo que los precios son un "riesgo relevante" para la inflación y serían una de las razones para los esperados aumentos en las tasas este año.

Los pobres -que han disminuido en los últimos años pero todavía son un tercio de la población de la región- suelen ser los más afectados porque destinan una mayor parte de su presupuesto a los alimentos. Sin embargo, muchos países de la región tienen sistemas muy aceitados para dirigir recursos hacia los sectores sociales más desfavorecidos en caso de golpes transitorios en los precios.