A los 76, el físico británico Stephen Hawking murió luego de batallar por años la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que se fue agravando a lo largo de su vida. A nivel profesional recibió numerosas distinciones internacionales y sus trabajos son materia de estudio obligatorio para distintos campos de la ciencia. Pero poco se conocía en detalle de su vida privada, algo que cambió en 2015, cuando se estrenó la película La teoría del todo, un film que recorre la intimidad de sus vínculos y los comienzos de su padecimiento.

El film, dirigido por James Marsch y protagonizado por Eddie Redmayne y Felicity Jones , retrata la juventud y adultez del físico.

Si bien la película no puede evitar caer en algunos pasajes edulcorados y en modificar algunos aspectos reales con el fin de darle un empujoncito al arco dramático, no por eso deja de ser una historia de lo más efectiva, que incluso le permitió a sus dos protagonistas obtener un reconocimiento masivo que los llevaría a recibir todo tipo de elogios. Redmayne, que por este rol ganó el Oscar a mejor actor, construye un retrato de Hawking no solamente con un notable trabajo desde lo físico sino también mostrando los claroscuros de un hombre que debió luchar contra una situación muy particular. Y Jones, por su parte, elaboró con honestidad la terrible batalla de J ane Wilde Hawking, la mujer que se enamoró del científico y que mantuvo con él una agridulce relación.

El principal acierto de esta película se encuentra justamente allí, en elegir ese vínculo de pareja para contar la historia de una de las figuras más importantes de la ciencia moderna, mostrando su vida desde el prisma de una persona que lo comprendió: Jane Wilde Hawking.