Mientras los congresistas de EEUU se preparan decidir desde este lunes si apoyan el pedido del presidente Barack Obama de atacar a Siria, el Pentágono se prepara para una guerra que no sería tan ‘limitada’ como anunció la Casa Blanca ya que incluiría los bombarderos pesados B-2 y B-52.

El recurso a estos aviones de largo alcance se sumaría al uso de misiles Tomahawk desde buques o submarinos, y constituiría una escalada en los planes militares del Pentágono, de acuerdo con los observadores.

Lo que empezó definiéndose como una acción militar de castigo ‘limitada‘ y ‘proporcional‘, mediante misiles de precisión, ha ido escalando al uso eventual de submarinos, armamento avanzado, aviones por estrenar y ahora menciones de bombarderos pesados.

Según un corresponsal de la cadena ABC de televisión que acompañó al presidente Barack Obama en su reciente visita a Rusia, los planes de ataque a Siria podrían incluir misiles disparados desde aviones bombarderos B-2 y B-52 que volarían directamente desde sus bases en EEUU.

La ventaja de estos poderosos aparatos es que podrían bombardear desde fuera del espacio aéreo sirio, sin tener que hacer frente a la sofisticada defensa antiaérea de ese país.

El diario The Wall Street Journal también sugirió esta semana la misma posibilidad indicando que, según sus fuentes, la Fuerza Aérea podría usar bombarderos para ‘suplementar a los destructores en el Mediterráneo‘.

Cuando hace diez días el Pentágono envió cuatro destructores al este del Mar Mediterráneo, los expertos militares hablaban del uso posible, nada más, de algunas decenas de misiles crucero Tomahawk cuidadosamente dirigidos a algunas instalaciones sirias específicas.

La posibilidad de acción se concentraba en la Marina de Guerra, con el añadido pocos días más tarde de informaciones sobre el desplazamiento de submarinos, cada uno de los cuales puede disparar más misiles que cinco destructores juntos.

Pero la Fuerza Aérea, y sus proveedores de armamento, no podía quedarse afuera. Un portavoz informó que han desarrollado dos tipos de munición que serían muy prácticos en una acción contra las capacidades de armas químicas de Siria.

Ese nuevo armamento estadounidense, según la portavoz Jennifer Cassidy, puede destruir los depósitos de armas químicas o biológicas sin que se produzca la dispersión de los elementos tóxicos que contienen en el área circundante.

Una de las armas que podrían ser utilizadas para ese cometido, conocida como CrashPad o BLU-119/B, es una bomba con un explosivo incendiario de alta temperatura pensado para incinerar los agentes químicos antes de que sean dañinos, según documentos del Departamento de Defensa estadounidense.

La otra, desarrollada en secreto mientras EEUU preparaba la invasión de Irak a finales de 2002, destruye sus objetivos con energía cinética en lugar de explosivos.

La única de las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas de EEUU que hasta hoy había quedado fuera de los planes de ataque es el Ejército (de Tierra), que ha tenido la carga más pesada en las guerras de Afganistán e Irak. Pero el viernes el diario Military Times publicó un artículo explicando que durante este verano los pilotos de helicópteros del Ejército han realizado ejercicios de instrucción a bordo de los buques anfibios Ponce y Green Bay, el muelle flotante Rushmore y el portaaviones John C. Stennis en el Golfo Pérsico.

Estos movimientos parecen indicar que Obama, premio Nobel de la Paz 2009, tendrá su propia guerra a pesar de que seis de cada diez estadounidenses se opone.