En medio de una histórica protesta de miles de españoles en las principales ciudades del país, el conservador Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy asestó ayer un duro golpe al gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero en elecciones municipales celebradas en España. El presidente, pese a que reconoció el fuerte retroceso, afirmó que "no adelantará" las elecciones generales previstas para marzo de 2012.
El PP ganó las elecciones municipales con una ventaja de casi diez puntos sobre el PSOE, con más del 99% de de los votos escrutados. Con estos resultados, el PP dominará la mayoría de los gobiernos regionales y un gran número de alcaldías, lo que según algunos analistas aumenta la presión para un adelanto electoral.
El PP obtuvo el 37,59% de votos frente al 27,82% del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Izquierda Unida (IU) logró un 6,35% de los votos, los nacionalistas moderados catalanes de Convergencia i Unió (CiU) un 3,56% y la Coalición Independentista Vasca Bildu, que se convierte en la segunda fuerza política del País Vasco, un 1,45%.
Los populares arrebataron a los socialistas sus feudos de la comunidad de Castilla la Mancha (centro), donde se presentó la "número dos" de los populares, María Dolores de Cospedal y Extremadura.
Los socialistas han perdido también el Ayuntamiento de Barcelona, en favor de los nacionalistas de CiU, según el recuento oficial aún no definitivo.
Luego del lapidario veredicto de las urnas, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, afirmó que no adelantará las elecciones generales previstas para marzo de 2012 y reconoció "un retroceso muy amplio" de su partido.
El resultado, dijo, tiene "una clarísima relación con los efectos de la crisis económica" que azota al país desde hace tres años y afirmó que "el castigo en las urnas lo asumimos y los entendemos".
Zapatero rechazó el adelanto electoral porque "en el momento actual es necesario culminar las reformas que están en el Parlamento".
Estas elecciones locales españolas han estado marcadas por la crisis económica y el desempleo que supera el 20% de la población activa (un 40% entre los jóvenes menores de 25 años).
Además se celebraron bajo la presión de miles de manifestantes "indignados", sobre todo jóvenes, concentrados desde hace una semana en las principales plazas del país para pedir una regeneración política y un cambio social.

