Aung San Suu Kyi, la Nobel de la Paz de 1991 y símbolo de la lucha por la democracia en Birmania, fue ayer liberada después de siete años y medio de cautiverio, al expirar la pena de 18 meses impuesta por la Junta Militar birmana.

Suu Kyi ha estado en detención debido a su oposición a los 48 años de régimen militar en Birmania, un país rico en recursos.

El arresto domiciliario de la líder fue extendido por 18 meses en agosto pasado luego de que una corte dictaminó que había violado una ley que protege al Estado contra "elementos subversivos" al permitir que un estadounidense se quedara en su casa por dos noches.

Su liberación le otorga al país una poderosa voz defensora de la democracia y revivirá un debate sobre las sanciones occidentales a la nación de 50 millones de habitantes, que se encuentra estratégicamente entre China e India.

La liberación provocó una explosión de júbilo entre los cerca de 3.000 seguidores que desde primeras horas de la mañana aguardaban en Rangún (antigua capital birmana), frente al control de seguridad que impedía el acceso hasta la residencia de la líder del movimiento democrático.

Entre los congregados se produjeron llantos, abrazos y gritos de emoción cuando Suu Kyi, radiante de felicidad, se asomó por encima de la verja de su casa vestida con un una blusa de color lila y flanqueada por tres destacados miembros de su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND).

Un seguidor se encaramó para entregarle en mano un pequeño manojo de flores de jazmín como los que Suu Kyi solía lucir en el pelo en sus apariciones públicas, y ella lo tomó y se lo puso radiante de felicidad.

"No lo puedo creer, Aung San Suu Kyi está libre", repetía uno de sus seguidores. Suu Kyi pidió silencio y el gentío calló para escuchar de su voz un mensaje de unidad para afrontar los retos, en el nuevo marco surgido a raíz del triunfo del partido de los generales en los comicios celebrados el pasado día 7.

"Tenemos que trabajar en unidad. Sólo entonces podremos alcanzar nuestra meta", afirmó sonriente la activista, junto a las puertas rojas de hierro que rodean su mansión junto a un lago. Sus seguidores no lograban contener su emoción ante la presencia de esta mujer que ha vivido 15 de los últimos 20 años en cautiverio por luchar para restaurar la democracia en Birmania, la nación del Sudeste asiático gobernada por militares.

Thein Sein, el primer ministro, pertenece al Partido del Desarrollo y la Solidaridad de la Unión, que se ha atribuido la victoria en las las elecciones del domingo pasado mientras la oposición democrática rechaza los resultados y varios países piden desde hace días la liberación de todos los presos políticos, incluida la de Suu Kyi.