La Corporación Estatal de Energía Atómica (Rosatom) admitió ayer que la explosión que provocó la muerte de cinco personas en una instalación militar de Siberia fue un accidente nuclear que estuvo vinculado con pruebas de "nuevas armas". De todos modos, negaron daños ambientales.

"Murieron trágicamente mientras probaban un nuevo dispositivo especial", dijo el director de la agencia nuclear rusa (Rosatom), Alexei Likhachev, durante el funeral en memoria de los cinco fallecidos. 

Likhachev aseguró que "continuará el trabajo sobre este nuevo tipo de armas" y que seguir trabajando en su desarrollo "es el mejor tributo que pueden rendirles" a los fallecidos, a los que calificó de "héroes nacionales", informó Télam con información de la cadena de noticias CNN.

La explosión ocurrió el 8 de agosto pasado en un depósito de obuses en una unidad militar en las inmediaciones del pueblo siberiano de Kamenka y obligó a la evacuación de unas 6.000 personas, según las autoridades. 

Testigos publicaron en Internet videos en los que se podía ver una espesa humareda elevándose por encima de un bosque ubicado al lado del depósito. Eso, sumado al silencio oficial, despertó cientos de especulaciones sobre si era o no una explosión nuclear.

Dos días después del incidente, Rosatom publicó un comunicado en el que lamentó la muerte de cinco personas y explicó el suceso. "Cinco miembros del personal de Rosatom murieron y otras tres personas resultaron heridas en un trágico accidente que tuvo lugar durante las pruebas en un sistema de propulsión líquida con isótopos en una instalación militar", sostenía la nota.