Dos cardenales argentinos participan desde ayer en la Ciudad del Vaticano de las ceremonia previas y el inicio del cónclave en el que 115 purpurados elegirán al nuevo Papa, luego de la renuncia de Benedicto XVI.

Se trata de Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, y Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, los únicos dignatarios nacionales con derecho a elegir al nuevo Sumo Pontífice. Si bien ambos son posibles candidatos, al igual que el resto de los participantes del cónclave con menos de 80 años, los que tienen más chances para suceder a Benedicto XVI -según la prensa especializada- son el italiano Angelo Scola y el brasileño Odilio Scherer. Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, fue el más votado en el cónclave anterior después del alemán Joseph Ratzinger y algunos le otorgan un papel influyente en esta nueva elección, pero su edad (76 años) le resta chances para esta ocasión, según los analistas.

El otro cardenal argentino también fue incluido en la lista de ‘papables‘, aunque no en las primeras posiciones: Sandri, de 69 años, consejero de la Comisión Pontifica para América Latina, es reconocido como experto en la diplomacia del Vaticano. Fue sustituto de la Secretaría de Estado en época de Juan Pablo II, donde se desempeñó como mano derecha del influyente cardenal Angelo Sodano.

De perfil conservador, Sandri fue secretario del ex arzobispo de Buenos Aires monseñor Juan Carlos Aramburu; luego de perfeccionar sus estudios universitarios en Roma, en 1974 ingresó al servicio diplomático del Vaticano.

ROMA SE VISTE DE FIESTA

La ciudad de Roma se está preparando para recibir a entre 100.000 y 200.000 fieles y después a los jefes de

Estado y de Gobierno que querrán dar la bienvenida al nuevo papa que será elegido durante el cónclave que empiezó ayer.

Por ahora, el director de la sala operativa de la capital italiana, Livio De Angelis, ha informado de que desde hoy estará activo un pequeño hospital de campaña en los aledaños de San Pedro dotado de ocho camas, cuatro de ellas para la reanimación, así como dos ambulancias. También un equipo de 20 personas, entre médicos y enfermeros, estará en las proximidades de la Plaza de San Pedro para cualquier problema.