Envalentonado. Lula aprovechó el escenario favorable para reiterar sus críticas a la operación Lava Jato, que lo llevó tras las rejas.

Nueve días después de salir de prisión, el expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se dio ayer un baño de multitudes al salir al ruedo para retomar su lucha política con un mitin en el centro de Recife lo que fue el puntapié inicial para la gira que prometió a propios y extraños para intentar volver a los primeros planos del poder.

La fiesta "artística, cultural y de resistencia" que conmemora la libertad de Lula se prendió desde el medio día en la plaza de Nuestra Señora del Carmo. Allí, Lula aseguró que "la lucha no acabó", al ser homenajeado por decenas de miles de seguidores.

"Después de pasar 580 días preso, después de que tanta gente se movilizara en todo el país, quiero decirles: la lucha no acabó. No tiene cómo acabar, porque cada día queremos más", afirmó ante un público enardecido en su estado natal de Pernambuco, que lo ovacionó al grito de "Lula, guerrero del pueblo brasileño".

Decenas de miles de personas asistieron al "Festival Lula Libre", organizado en su honor y que desde el mediodía reunió en el centro histórico de Recife a numerosos artistas y bandas locales, como Chico César, Francisco el Hombre y Lia de Itamaracá.

Los artistas que pasaron por el escenario defendieron el legado del expresidente (2003-2010) y de otras figuras de izquierda como la concejal negra Marielle Franco (asesinada en 2018), al tiempo que criticaron al actual mandatario, Jair Bolsonaro.

Luciendo jeans, camiseta oscura y su característica barba blanca, Lula prometió dedicar "cada minuto" de su vida a "liberar el país de esta pandilla", en referencia al actual gobierno".