El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que gobernó Brasil entre 2003 y 2010, se convirtió ayer en el nuevo blanco de la mayor investigación por corrupción en la historia del país, tras ser trasladado desde su casa para prestar declaración en una comisaría de la Policía Federal en Sao Paulo.

El exmandatario -uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores (PT), que actualmente gobierna Brasil- fue trasladado ayer para prestar declaración durante más de tres horas por su supuesta implicación en el escándalo de desvíos en la petrolera estatal Petrobras.

Lula fue interrogado en el marco de una investigación sobre un esquema de soborno y lavado de dinero que argumentan financió campañas y gastos del gobernante PT, agravando una crisis política que amenaza a la mandataria Dilma Rousseff. Esta investigación, abierta hace dos años, salpica a veinte de las mayores empresas del país y medio centenar de políticos.

La investigación fue abierta por la Policía Federal en marzo de 2014 y fue bautizada ‘Lava Jato‘, como en Brasil se conocen los

servicios de lavado a chorro de los automóviles, debido a que los primeros lugares allanados fueron gasolineras que los cambistas

usaban como tapaderas para el lavado de dinero.

Pero Sergio Moro, un juez federal de la ciudad de Curitiba, descubrió que el dinero blanqueado en los lavaderos de autos provenía de desvíos de la petrolera estatal Petrobras, la mayor empresa de Brasil. A partir de ese momento, la Lava Jato se convirtió en ‘la mayor investigación contra la corrupción y el lavado de dinero realizada en la historia de Brasil‘.

La propia Petrobras asegura que los desvíos descubiertos sumaron 2.000 millones de dólares, pero la Fiscalía calcula que pueden ser mayores. Según los fiscales, un ‘cartel‘ de una veintena de empresas que incluye las mayores constructoras y contratistas de obras públicas de Brasil, entre las cuales hay multinacionales como Camargo Correa, Odebrecht y Andrade Gutierres, se repartía entre sí todos los contratos de Petrobras. Las constructoras sobrevaloraron los contratos con la complicidad de directores de la estatal y repartieron los excedentes entre los funcionarios sobornados y decenas de políticos que amparaban las corruptelas, alega la Fiscalía.

La lista de beneficiarios incluye a parlamentarios de numerosos partidos, incluso de la oposición, pero salpica principalmente a los

oficialistas y de manera directa al Partido de los Trabajadores (PT), la formación que Lula ayudó a fundar y a la que también

pertenece la actual presidenta brasileña, Dilma Rousseff.

Según el semanario Istoé, que asegura haber tenido acceso a declaraciones del exjefe del grupo oficialista en el Senado brasileño Delcidio Amaral, el senador acusó tanto a Rousseff como a Lula de tener conocimiento de la corrupción en Petrobras y de intentar ocultarla con maniobras en la justicia.

Cuando aún repercutían en el país como un gigantesco escándalo las acusaciones de Amaral, la bola de nieve terminó alcanzando

plenamente al expresidente Lula da Silva, que ayer fue conducido a la fuerza a una comisaría para declarar sobre sus implicaciones en el escándalo de Petrobras y cuyas propiedades fueron objeto de allanamientos.

Según la Fiscalía, hay indicios ‘bastante significativos‘ de que Lula recibió beneficios de las cinco empresas más implicadas en los

desvíos de Petrobras. Los fiscales aseguran que el Instituto Lula, presidido por el exmandatario, recibió en los últimos años cerca de 20 millones de reales (unos 5 millones de dólares) en donaciones de las cinco empresas más implicadas en los desvíos en Petrobras, que también le pagaron 10 millones de reales (unos 2,5 millones de dólares) al expresidente por dictar conferencias.

Fuente: Efe