El número de muertos por las lluvias de esta semana en la región serrana del Estado brasileño de Río de Janeiro subió a 610, según el último boletín de la Defensa Civil, y hasta el gobernador regional, Sergio Cabral, sufrió ayer personalmente los efectos de un nuevo temporal. Mientras decenas de personas hacían largas colas ayer frente a una morgue en Teresópolis a la espera de sus familiares desaparecidos.

De acuerdo con el último balance de la Defensa Civil, las inundaciones y principalmente los deslizamientos de tierras, que sepultaron numerosas viviendas construidas en las faldas de las montañas.

El mismo boletín indica que al menos 6.050 personas perdieron sus viviendas y que otras 7.780 tuvieron que abandonarlas temporalmente y refugiarse en gimnasios y escuelas públicas debido a que están ubicadas en áreas de riesgo.

Los números del que es considerado como uno de los mayores desastres naturales en la historia de Brasil pueden aumentar debido a que aún hay áreas aisladas a las que no han llegado los equipos de rescate y a que las lluvias no cesan y los meteorólogos prevén que proseguirán por lo menos hasta el próximo miércoles.

Nueva Friburgo, una de las ciudades más afectadas, fue castigada en la tarde de ayer por un fuerte temporal del que no se salvó ni el gobernador de Río de Janeiro.

Sergio Cabral, que tenía programado viajar a la ciudad en helicóptero y tuvo que hacerlo por tierra debido al mal tiempo, dijo que el vehículo en el que viajaba tuvo que detenerse en medio del camino por el riesgo de hundimiento. "Viví un momento de tensión, de pánico. Fue asustador porque de repente el agua se vino y la carretera, que estaba provisionalmente bloqueada, comenzó a deshacerse", relató el gobernador.