El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su esposa Jill hicieron una visita a Uvalde, la pequeña ciudad de Texas consternada después de la masacre en una escuela primaria que dejó 21 muertos, para homenajear a los alumnos fallecidos y expresar su solidaridad con las familias. Pasado el mediodía, Biden y Jil, de trajes y lentes oscuros, hicieron una primera parada en el memorial instalado frente a la Escuela Primaria Robb, escenario de la masacre. Ahí, el presidente y la primera dama dejaron depositaron un ramo de flores blancas y se detuvieron frente a las fotos de las 21 víctimas, que Jill acarició una a una. Después fueron a la iglesia para oír la misa. "Nuestros corazones están rotos", dijo el arzobispo Gustavo García-Siller en su homilía. El viaje es el segundo en dos semanas de Biden por una matanza a tiros, luego de que fuera el 17 de este mes a Buffalo, Nueva York, donde un joven supremacista blanco asesinó días antes a 10 personas negras en un supermercado.

Esta última tragedia parece afectar de manera personal a la primera dama, orgullosa maestra durante décadas y que sigue yendo a clase de sus alumnos, incluso de la Casa Blanca. Ayer, Biden afirmó que "no se puede proscribir la tragedia, pero si se podía hacer que Estados Unidos sea más seguro".

Se suponía que este sería el primer fin de semana libre para los 19 niños asesinados: un fin de semana para celebrar el final de la escuela y el comienzo de la temporada de verano. A Biden, los padres de las pequeñas víctimas de la escuela primaria Uvalde le pidieron una fuerte acción sobre las armas, para que se repita otro hecho así.

A nivel federal, el Departamento de Justicia dijo que llevará a cabo una revisión de cómo respondieron los oficiales al tiroteo, con "el objetivo de proporcionar un informe independiente". El hecho también repercutió en el Congreso, donde un grupo bipartidista está trabajando para llegar a un compromiso sobre las armas, pero -resaltaron observadores- las propuestas en discusión son débiles y no habrían impedido el tiroteo de Uvalde. Aunque abroquelados en la defensa de la Segunda Enmienda, los republicanos parecen dispuestos a buscar un acuerdo capaz de amortiguar la ira de un país exasperado por otra masacre en la escuela. Entre las hipótesis que se estudian está la de las "Leyes Bandera Roja", que permite a policías y familiares pedir a un tribunal que recoja las armas de alguien que se considere peligroso. Legisladores expresaron un optimismo cauteloso para dar algunos pasos en ese sentido. "Hay más republicanos interesados en hablar que lo que hemos visto desde Sandy Hook", dijo el senador demócrata Chris Murphy.