Después del mal paso con la retención de la Fragata Libertad en Ghana, la Armada y el Ministerio de Defensa, vuelven a vivir en zozobra, ahora por el hundimiento del destructor ARA Santísima Trinidad y el retraso en la vuelta al mar del rompehielos ARA Almirante Irizar.

Ayer, el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, reconoció que se le va a caer “la cara de vergüenza” cuando la presidenta Cristina Fernández le “pregunte” cómo se hundió el buque Santísima Trinidad en la Base Naval de Puerto Belgrano, a 30 km de Bahía Blanca, e insistió con que hubo “negligencia” o “un sabotaje”. “Esto tiene que tener una explicación muy sólida. Le pedí al jefe de la Armada (almirante Daniel Martín) que acelere todos los tiempos en el marco de la planificación correspondiente, para rápidamente darle una explicación a la sociedad”, indicó el funcionario.

Puricelli afirmó que “si hay una responsabilidad, es del Ministerio de Defensa y en particular, de los hombres de la Armada que tenían a su cargo la vigilancia del buque; si tenían una guardia mínima, debieron arbitrar las medidas para que no pase lo que pasó”. Incluso puntualizó en el “grupo de arsenales que tenía a su cargo la vigilancia del buque, sin perjuicio de las autoridades superiores” como presuntos responsables.

También advirtió que no descarta “nada” en relación al caso, y mencionó a quienes “usan a las Fuerzas Armadas para criticar al Gobierno” como “la cadena del desánimo”, y sostuvo que “se les terminó el discurso de la Fragata” Libertad, que regresó al país tras superar un embargo judicial.

En el tren de teorías, el ministro volvió a señalar que puede “tratarse de un atentado” y que un desconocido pudo “abrir la válvula para producir un naufragio en cuestión de horas” en el Santísima Trinidad, “justo cuando la Presidenta está culminando una exitosa gira por el exterior”.

En declaraciones a Radio Diez y la TV Pública, Puricelli admitió que “como ministro de Defensa, cuando la Presidenta me pregunte, se me va a caer la cara de vergüenza, sinceramente, de decirle que se hundió un buque amarrado en el puerto”. “Dentro de toda la sorpresa que me causa el incidente vivido por el Santísima Trinidad, indudablemente nosotros no descartamos bajo ningún aspecto la posibilidad de un sabotaje”, ratificó.

El ministro evaluó que “es raro que, estando amarrado a puerto, se pueda hundir en cuestión de horas sin ninguna razón aparente”. “Nadie planteó ’acá hay un problema en este buque que puede tener una avería y nos falta algún elemento’. No es un problema presupuestario. Éste es un problema o de negligencia o es un sabotaje”, prosiguió.

En ese sentido ejemplificó que la Fragata Sarmiento “tiene más de 100 años, está amarrada en Puerto Madero” y no presenta problemas.

El destructor, un buque construido en el país que fue nave insignia en el desembarco a Malvinas en 1982, había sufrido el domingo pasado la rotura de una válvula de seis pulgadas, lo que provocó el hundimiento de varios compartimientos, aunque se analizaba si una grieta en el casco precipitó la situación.