Brasil, 25 de julio.- En Río de Janeiro, Francisco sorprendió gratamente a los fieles, e incluso a los que lo miran a la distancia, con dos nuevos gestos que lo exponen mucho más humano ante la gente.

En plena recorrida por la zona de Copacabana, Su Santidad se asomó al Papamóvil y estiró el brazo para alcanzar un mate que le ofreció un peregrino.

Ante los ojos de millones de personas que lo seguían en directo (por televisión o desde el lugar), el Papa no dudó un instante y bebió la infusión típica de la Argentina y Uruguay.

El detalle, apenas un gesto en medio de tanta actividad protocolar, llamó la atención de gente de todo el mundo que a través de las redes sociales expresó su asombro por la actitud del Sumo Pontífice.

Además, el líder de la iglesia Católica alarmó a los tradicionalistas con otro gesto fuera de lo común: se quitó el solideo (el gorro de seda que lleva en la coronilla) y lo intercambió con el que le arrojó un peregrino.

El Papa no suele sacarse el solideo ante la gente; sólo los obispos y cardenales lo hacen ante el Sumo Pontífice, en señal de respeto. Sin embargo, Francisco se muestra diferente a todos.