El escándalo y la tragedia han socavado el cuento de hadas del Principado de Mónaco pero sus habitantes esperan que la boda largamente esperada entre el príncipe Alberto y su novia sudafricana revitalice la descolorida joya de la Costa Azul.
Su majestad el príncipe Alberto II, el gobernante de 53 años del diminuto estado y cabeza de la centenaria Casa Grimaldi se casará con Charlene Wittstock, de 33 años, mañana en los jardines del palacio en una fastuosa celebración de tres días. Mónaco, el soleado rincón de los ricos, conocido sobre todo por su Gran Premio de automovilismo y la inexistencia de impuestos sobre la renta, está alborotado por las nupcias, que tienen lugar dos meses después de la boda real británica entre el príncipe Guillermo y Kate Middleton.
Con la boda de mañana, quedará despejado el peligro de que el país vuelva bajo soberanía de Francia si su gobernante no tuviera descendencia masculina. Los monegascos, que sólo son unos 8.000, esperan que una deslumbrante nueva princesa reviva la suerte de Mónaco y el centro de juego de Montecarlo, que vive de su imagen como epicentro del lujo, los coches rápidos y las mesas de apuestas, del segundo Estado más pequeño del mundo, después del Vaticano.
Mónaco está situado entre el Mar Mediterráneo y Francia, en la Riviera francesa, también llamada la Costa Azul, y el turismo, atraído principalmente por el agradable clima y por su lujoso Casino (donde los ciudadanos de Mónaco no tienen permitido jugar), es la principal fuente de ingreso económico.
El principado poseía en 2010 una población de 30.586 habitantes, de los cuales un 16% son monegascos, y el resto está compuesto por inmigrantes, especialmente franceses (47%) e italianos (16%). De estos habitantes, muchos son personalidades famosas, ya que el monegasco es uno de los lugares preferidos del jet set internacional.
La lista de los deportistas destacados radicados en Mónaco incluye al tenista serbio Novak Djokovic, al belga Philippe Gilbert (figura del ciclismo), así como a sus compatriotas del mundo del ciclismo, Tom Boonen y Eddy Merckx. Además, los famosos se acercaron después de la boda de la actriz Grace Kelly con Rainiero, padres del actual príncipe, en 1956. Celebración que asentó los reales monegascos en el mundo del glamour hollywoodiense.
Entre los hombres de negocios figuran el magnate británico Philip Green, que dirige cadenas de tiendas de moda en el Reino Unido. Así como los gemelos David y Frederick Barclay, propietarios de importantes diarios británicos como el Daily Telegraph. Sin embargo, según sus residentes, la identidad de este sorprendente enclave son habitantes.
Ellos -los únicos que votan y eligen su parlamento- comparten el microprincipado con los trabajadores extranjeros y con los ricos turistas, que llegan cada día en helicóptero, o en grandes yates, y cuyas compras y gastos alimentan las arcas del principado.
Por su parte, los comerciantes y responsables del turismo esperan que los adinerados visitantes e invitados a la boda no escatimarán durante los tres días de festejos organizados por el microprincipado monegasco, comprando, ocupando suites en los hoteles de lujo y derramando adrenalina en los casinos.

