Erich Priebke, el exoficial nazi que se ocultó durante 40 años en la Argentina, murió ayer a los cien años en su casa de Roma donde cumplía una condena a cadena perpetua por su rol en la Masacre de las Fosas Ardeatinas durante la Segunda Guerra Mundial, en la que fueron asesinados 335 italianos.
Finalizada la guerra, en 1945, el exoficial fue internado en un campo británico de prisioneros, del que escapó un año después y partió a la Argentina, donde residió un breve tiempo en Buenos Aires y luego en la ciudad rionegrina de Bariloche, donde fue descubierto en 1995. Luego de su extradición, en 1998 fue condenado a prisión perpetua por su participación en la masacre de 335 italianos, pero a raíz de su avanzada edad cumplía arresto domiciliario en su casa de Roma, donde falleció ayer. Desde su fuga de Europa hasta su deportación a Roma para ser juzgado por crímenes de guerra, el exoficial del nazismo vivió en el Sur del país, donde un periodista de una cadena de televisión norteamericana lo descubrió y lo entrevistó por la calle. En ese momento, Priebke reconoció su participación en la Masacre de las Fosas Ardeatinas pero argumentó que lo hizo por respeto a la ‘obediencia debida‘ y jamás mostró arrepentimiento ni se disculpó.
La masacre de los 335 ciudadanos italianos, muchos de ellos judíos, en la que participó Priebke se produjo a las puertas de Roma el 24 de marzo del 1944 y las víctimas fueron ejecutadas de un tiro en la cabeza. La orden del fusilamiento fue dado por Adolf Hitler, que quiso vengar la bomba instalada días antes en Via Rasella, una calle romana, por un comando de partisanos de la resistencia anti-fascista mientras pasaba un batallón alemán, acción en la que murieron 33 soldados.

