Estados Unidos, 16 de mayo.- Hay algunas esperanzas de que el próximo lunes, en Washington, el presidente estadounidense, Barack Obama, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, logren ponerse de acuerdo sobre varios temas que los separan en el conflicto de Medio Oriente.
Uno de los temas más importantes es la cuestión de Irán, ya que ambos tienen distintos puntos de vista sobre cómo disuadir al gobierno de Mahmud Amadinejah para que abandone su plan nuclear.
El otro punto de conflicto es el apoyo de Obama a la proclamación de un Estado palestino, decisión que Netanyahu no cree conveniente adoptar por el momento, aunque confía en reanudar pronto sus negociaciones de paz con el gobierno de Mahmud Abbas.
"Ambos países consideran a Irán como una amenaza de suma importancia en la región", señala Mark Landler, en un comentario aparecido en el diario The New York Times.
El analista explica que Washington y Jerusalén "tienen profundas diferencias sobre el modo de responder: Obama pidió tiempo para persuadir a Teherán mediante negociaciones diplomáticas. Israel advirtió que no esperará que los iraníes construyan una bomba atómica".
El gobierno de Netanyahu, sin embargo, aseguró a Estados Unidos que no adoptará ninguna acción militar -como cuando destruyó las instalaciones nucleares de Tammuz, cerca de Bagdad, en junio de 1981- sin consultar a la Administración Obama.
En cuanto a la posibilidad que se proclame un estado palestino en Gaza y Cisjordania, Netanyahu dijo en una oportunidad que los palestinos deben reconocer primero a Israel como el Estado del pueblo judío antes de que hablemos de la solución de dos Estados para dos pueblos".
La posición de Netanyahu parece ser la misma que la de su canciller, el ultraderechista Avignor Lieberman, quien durante un encuentro con el enviado especial norteamericano, George Mitchell, se manifestó en contra de los acuerdos de Annapolis de noviembre de 2007, que tienen por fin la creación de un Estado palestino.
Pero no solo Obama presiona a Netanyahu, ya que el mismo pedido fue formulado por el papa Benedicto XVI, que esta semana visitó Israel, el rey Abdullah II de Jordania y el presidente de Egipto, Hosni Mubarak.
"La paz la hacen los fuertes, los que tuvieron el valor de tomar decisiones difíciles y son capaces de aplicar sus compromisos", dijo el presidente egipcio, que se reunió esta semana con el primer ministro israelí frente al Mar Rojo.
El mandatario egipcio explicó pacientemente su posición, que además de la creación de un Estado palestino en Gaza y Cisjordania, incluye la retirada israelí de los territorios conquistados por Israel en la Guerra de los Seis Días en 1967, así como el repliegue de la meseta siria en las alturas del Golán.
La idea del premier israelí, quien al parecer se muestra renuente a que la iniciativa sea concretada ahora, cuando gobierna Hamas en la Franja de Gaza, es buscar la unión de las fuerzas moderadas de la región para reducir la influencia de Irán y sus grupos de apoyo, como Hezbollah en el Líbano.
Para el analista Ariel Cohen, el encuentro que sostendrán Obama y Netanyahu es crítico para ambas naciones que se encuentran en el nivel más bajo de su relación desde que Dwight Eisenhower ordenó a las tropas israelíes evacuar la Península del Sinaí en 1956.
"La cumbre puede definir la relación entre estas dos democracias durante la Administración de Obama y más allá", dijo Cohen, en un nota aparecida en el diario The Christian Science Monitor.
Para el profesor de historia militar de la Universidad Hebrea en Jerusalén, Martín van Creveld, Obama sigue los pasos marcados por Jimmy Carter, quien en su opinión fue el presidente estadounidense que más hizo por los israelíes.
El analista comparó la gestión de Carter durante las conversaciones de paz entre Israel y Egipto por la Península del Sinai, entre 1977-1978, durante el mandato del asesinado primer ministro Menahem Beguin, con la actual administración de Netanyahu.
"La más importante diferencia está en la personalidad. Beguin era un honesto demagogo, quien apasionadamente creía en el derecho de Israel a conservar sus territorios", señaló.
"Netanyahu es un pequeño bribón, quien no cree en muy pequeñas cosas, quizás, su propio trabajo. A diferencia de Beguin, un hombre de una integridad excepcional, el actual primer ministro puede ser comprado", dijo Van Creveld.
El presidente estadounidense se encuentra entre la espada y la pared para hallar una solución al conflicto de Medio Oriente, aunque algunos analistas como Zeev Sternhell, del diario Haaretz, lo consideran mucho más pro-israelí que su predecesor George W. Bush.
Obama, sin embargo, quiere lograr lo que no pudieron obtener ninguno de los presidentes estadounidenses que lo precedieron, entre ellos Bill Clinton tras el fracaso de los acuerdos de paz de Camp David a fines de julio de 2000: que se proclame un estado palestino que viva en paz con Israel.
No sería extraño que Netanyahu, quien en el pasado se ha caracterizado por su pragmatismo, flexibilice su posición luego de reunirse con Obama, teniendo en cuenta que hace unos días dijo que le gustaría extender por 30 años un acuerdo de paz con los palestinos, como tiene Israel con Egipto.