Minuciosa, sutil, poética, capaz de captar todas las facetas de la naturaleza humana y hasta de parecer cruel, la literatura de la escritora canadiense Alice Munro, de 82 años, está a la altura de la celebridad que promete la obtención del Premio Nobel de Literatura concedido ayer por la Academia sueca, que la calificó como la ‘maestra de los cuentos cortos contemporáneos‘.

‘Es aclamada por su delicado arte de narrar, su claridad y su realismo psicológico. Es fantástica para describir al ser humano‘, fundamentó el jurado de la Academia sueca el fallo que impuso a Munro por encima de las predicciones que también daban como favoritos al japonés Haruki Murakami y al estadounidense Philip Roth.

La autora de ‘Demasiada felicidad‘ recibió la llamada de la Academia sueca y no pudo atenderla, por lo que los académicos le dejaron un mensaje en el contestador.

Poco después se enteró de la noticia a través de su hija: ‘Mamá, ¡ganaste!‘, le anunció cuando en Ontario -donde reside- eran las 4 de la mañana.

Munro es autora de 12 colecciones de cuentos y llamó la atención por su precisión narrativa y la observación de emociones complejas a través de una exposición sencilla de la vida diaria en sus historias narradas en ambientes rurales.

La escritora tiene una manera muy particular de abordar la narración de las circunstancias cotidianas, un territorio que domina y suele poblar con personajes cargados de esperanza y de desazón al mismo tiempo, que sienten, padecen y se distinguen por una universalidad que sobrepasa tiempos y espacios sin dificultad.

La autora construye relatos atravesados por la extrañeza en los que los acontecimientos funcionan como meras excusas para presentar personajes que reflexionan en voz alta sobre la relación entre memoria, presente y futuro.

Algo del espíritu pionero, de la resolución emprendedora y del destino asumido con resignación se encuentra en sus historias de gente resistente y carente de artificio, sin que la literatura haya hecho más que mostrarlos: Munro usa metáforas audaces y divertidas para retratar la mentalidad algo anticuada de personajes inspirados en su propia familia.

Artífice de ‘Demasiada felicidad‘, ‘Las lunas de Júpiter‘, ‘El amor de una mujer generosa‘ o ‘Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio‘ -que en la Argentina tradujo el escritor Marcelo Cohen- Munro vivió los primeros años de su vida en una granja al Oeste de Ontario, en condiciones de precariedad económica. Tuvo infancia claustrofóbica, en un mundo que -según confesó alguna vez- seguía viviendo como en el siglo XIX a mitad del XX.

Munro consiguió una beca para la universidad -algo raro entre las mujeres de su entorno- se licenció, y allí ya empezó a escribir cuentos. Después lo abandonaría por el cuidado de la familia, cuando se casó en 1951. Luego se divorció y fue ahí que eligió retomar su vocación literaria.

En la Argentina hay actualmente disponibles en librerías varios de sus títulos, como ‘Secreto a voces‘ (Del Nuevo Extremo), ‘Progreso del amor‘ (RBA editores) y ‘La vida de las mujeres‘, una novela editada por Lumen.

Hace tres años confesó que padecía cáncer y el pasado mes de junio anunció en una entrevista concedida al canadiense National Post que probablemente no volvería a escribir ‘nunca más‘. Ayer sostuvo que el premio no le va a hacer reconsiderar esta decisión porque se está volviendo ‘más vieja‘. Fuente: Télam.