Una madre británica que inyectó por compasión una dosis letal de heroína a su hijo, que sufría una lesión cerebral irreversible, fue condenada en Londres (Gran Bretaña) a cadena perpetua.

Frances Inglis, de 57 años, justificó su acción explicando que sentía que no tenía más remedio que liberar a su hijo, Thomas, del "infierno en vida" que suponía su estado vegetativo. Inglis, madre de tres hijos, estaba en libertad condicional después de haber intentado antes matar a Thomas cuando se registró en noviembre de 2008 bajo una identidad falsa en el centro donde éste estaba hospitalizado. La mujer admitió el hecho, pero insistió en que había actuado únicamente por compasión.

Los miembros del jurado la consideraron el miércoles pasado culpable y el juez, Brian Barker, dijo que se trataba de un asesinato.

El fallecido Thomas Inglis sufrió graves lesiones cerebrales tras saltar en julio de 2008 de una ambulancia y golpearse la cabeza contra el suelo. Había participado en una pelea a las puertas de un pub y se había roto el labio, pero no quería que lo llevasen al hospital.

Su madre se estaba formando como enfermera. Diez días después de la hospitalización de Thomas, su madre trató sin éxito de conseguir heroína pura de un vecino, y después de un primer intento de administrarle una inyección letal, fue puesta en libertad condicional.

El personal del centro donde estaba internado su hijo tenía una foto de Frances Inglis para impedirle la entrada, pero un día, tras tomar whisky y armada con varias jeringas, logró finalmente su propósito.

"Lo sostuve en mis brazos, le dije que lo quería, agarré una jeringa y le inyecté en los muslos y el brazo", relató la madre. Cuando los enfermeros del centro descubrieron lo sucedido, Frances Inglis dijo que tenía SIDA y los amenazó, se encerró en la habitación utilizando una bombona de oxígeno y una silla de ruedas.