Pese a las presiones del gobierno del Reino Unido, de la familia del reo y de organizaciones no gubernamentales como Reprieve y la ONU, China ejecutó ayer al ciudadano británico Akmal Shaikh, primer europeo al que se aplica la pena capital en el país asiático en casi 60 años.
Shaikh, de 53 años, casado con tres hijos y condenado a muerte en 2008 tras ser detenido en posesión de 4,03 kilos de heroína, fue ejecutado ayer mediante inyección letal a las 10.30 hora local en la ciudad de Urumqi (capital de la región noroccidental de Xinjiang), un día después de que le informaran de ello.
El hecho fue condenado por el gobierno británico, que en un comunicado firmado por su primer ministro, Gordon Brown, manifestó "horror" por la ejecución y por el hecho de que Pekín desoyera las peticiones de clemencia de Londres.
La defensa de Shaikh argumentaba que éste tenía un trastorno bipolar y había sido engañado por terceras personas para llevar droga a China, pero la Justicia del país asiático defendió que las pruebas médicas no habían mostrado ningún problema psicológico.
La ley china contempla la pena de muerte para las personas que sean detenidas en posesión de más de 50 gramos de un estupefaciente. Algunos observadores señalaron que los roces mantenidos por China y Reino Unido en torno a la reciente Cumbre del Cambio Climático (Londres acusó a Pekín de haber "secuestrado" las reuniones) pudo dificultar los esfuerzos de Londres para que Shaikh obtuviera clemencia.
Shaikh, de familia paquistaní y religión musulmana, fue detenido el 12 de septiembre de 2007 en posesión de drogas en el aeropuerto de Urumqi.
El ejecutado. Era casado y con tres hijos.
