La presión de los manifestantes obligó al presidente francés, Emmanuel Macron, a dar marcha atrás en sus medidas para aumentar el combustible, luego de la batalla campal que tuvo lugar en las calles de París el sábado pasado, en la tercera semana de protestas protagonizadas por los "chalecos amarillos".

El primer ministro, Edouard Philippe, anunció ayer una moratoria de seis meses de la suba de los precios del gas, la electricidad y de los combustibles, inicialmente prevista para el 1 de enero. "Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación", dijo el premier francés en una declaración televisada tras reunirse con el grupo parlamentario de la República en Marcha (LREM), el partido liberal francés con el que Macron llegó a la Presidencia.

"Esta bronca viene de lejos. Habría que estar sordo y ciego para no verla y escucharla", agregó Philippe, en referencia a las protestas del último sábado en Francia, que dejaron un saldo de 412 detenidos y 263 heridos.

El primer ministro anunció el congelamiento por seis meses de las tarifas del gas y la luz, en un guiño para las clases medias rurales de las regiones francesas, principales representantes del heterogéneo movimiento de los "chalecos amarillos".

El movimiento, de los mayores desafíos que enfrenta Macron, surgió en la periferia de Francia, donde el transporte público es escaso y el auto se convierte en un medio esencial. Los "chalecos amarillos" piden también la suba del salario mínimo y la reintroducción del impuesto a la fortuna, suavizado por Macron, con la excusa de que de esa forma los ricos iban a invertir en el país. Pero muchos de los manifestantes también exigen la renuncia del Presidente. El aumento del impuesto a los combustibles es parte de una política impulsada por Macron para reducir las emisiones de carbono.