La activista encarcelada Narges Mohammadi, que ha hecho campaña por los derechos de las mujeres, la democracia y contra la pena de muerte en Irán durante años, fue reconocida este viernes el Premio Nobel de la Paz.

Mohammadi, de 51 años, ha hecho su trabajo a pesar de enfrentar numerosos arrestos y pasar años tras las rejas por su activismo.

El encarcelamiento más reciente de Mohammadi comenzó cuando fue detenida en 2021 después de asistir a un funeral en memoria de una persona asesinada en las protestas nacionales de 2019 provocadas por el aumento de los precios de la gasolina. Ha estado detenida en la famosa prisión de Evin de Teherán, entre cuyos reclusos se incluyen personas con vínculos occidentales y presos políticos.

Aunque en total ha sido sentenciada a 31 años de prisión, su actual condena es de 16 años, ya que en 2020 fue liberada después de cumplir ocho años y medio por cargos que iban desde planificar crímenes contra Irán hasta formar una organización ilegal.

La activista ha sido encarcelada 13 veces y condenada en cinco oportunidades. Además, la justicia persa ordenó que le aplicaran 154 latigazos.

Es la decimonovena mujer en ganar el Premio Nobel de la Paz y la segunda mujer iraní, después de que la activista de derechos humanos Shirin Ebadi ganara el premio en 2003.

Estudio, activismo y persecución

Nació en 1972 en la norteña ciudad de Zanjan, en el seno de una familia de clase media, hija de un cocinero y agricultor. Asistió a la Universidad Internacional Imam Jomeini, donde se licenció en física, y se convirtió en una ingeniera profesional.

Durante su carrera universitaria, escribió artículos sobre los derechos de la mujer en el periódico estudiantil y fue detenida en dos reuniones del grupo de estudiantes políticos Tashakkol Daaneshjuyi Roshangaraan (“Grupo de Estudiantes Iluminadores”).

Enfocó su carrera al periodismo y pronto comenzó a colaborar con grupos de la sociedad civil para trabajar por los derechos de las mujeres y las minorías.

Esas inquietudes políticas la llevaron a unirse al Centro de Defensores de los Derechos Humanos, grupo fundado por la abogada iraní Shirin Ebadi, Nobel de la Paz en 2003, y centrado en la abolición de la pena de muerte. Llegó a ser su vicepresidente.

Tenía 26 años cuando fue detenida por primera vez y desde entonces el régimen iraní la ha encarcelado en varias ocasiones, por convertirse en una voz irreductible que denuncia los ataques contra los derechos humanos, desde la opresión contra las mujeres hasta la pena de muerte, que ha criticado sin tapujos.

Su marido, Taghi Rahmani, ha pasado 14 años entre rejas, también por su activismo, y vive exiliado en París, con sus hijos gemelos, que no ven a su madre desde hace años.

En 2018, Mohammadi recibió el Premio Andrei Sajarov. A principios de mayo, fue una de tres periodistas iraníes encarcelados que recibieron el Premio Mundial de la Libertad de Prensa de las Naciones Unidas.

También recibió este año el premio Guillermo Cano a la Libertad de Prensa de la Unesco y en 2022 ganó el Premio al Valor de Reporteros sin Fronteras (RSF).

“Narges Mohammadi ha sido una indómita voz contra la represión del Gobierno iraní a pesar de ser uno de sus más perseguidos objetivos”, dijo de ella Kenneth Roth, el director de Human Rights Watch entre 1993 y 2022.

Desde el año 2012, presenta problemas de salud, con síntomas relacionados con la epilepsia, atribuidos a los interrogatorios a los que ha sido sometida.

Organizaciones como Amnistía Internacional llevan tiempo denunciando que Mohammadi está siendo torturada y que no recibe el tratamiento médico que necesita para el corazón y los pulmones. En febrero del pasado año sufrió de hecho un ataque al corazón y la fiscalía prohibió su traslado a un hospital.

Incluso desde la cárcel, la activista ha informado sobre la “lamentable” situación de los presos en Irán, ya que ha escrito decenas de artículos desde allí, y ha sido maltratada y torturada a pesar de sufrir problemas cardíacos, según destacó RSF cuando anunció su distinción.

(con información de AP y EFE)