Las autoridades de EEUU inspeccionaron ayer las pertenencias y la vida del mayor Nidal Malik Hasan, un musulmán de carácter solitario, en busca de las razones que le llevaron a disparar el jueves contra sus compañeros en la base de Fort Hood (Texas). El psiquiatra del Ejército entrenado para tratar a soldados heridos en combate es sospechoso de matar a 13 personas.

Un día después de esta masacre que dejó también 30 heridos, ocurrió un nuevo tiroteo en un edificio de oficinas en Orlando (Florida), donde un ex empleado abrió fuego y causó al menos dos muertos y seis lesionados, según los primeros informes.

Un portavoz de Fort Hood, reveló ayer que el atacante en esa base militar, un musulmán nacido en EEUU de padres inmigrantes, había recibido cuatro disparos de la policía de seguridad durante la matanza, pero que no estaba muerto como se dijo en principio y que se mantenía inconsciente, pero en condición estable.

Hasan no usó armas reglamentarias del Ejército, sino dos pistolas que había comprado a título personal.

Se trataba de una persona solitaria, cuyos padres habían muerto jóvenes y que buscaba una esposa musulmana devota, como él. Pese a sus frustraciones personales, no mostraba sufrir ninguna enfermedad mental, según declaraciones de sus colegas y familiares a la prensa estadounidense.

La policía militar y federal ha registrado su apartamento en Killeen (Texas) y el automóvil que estacionó en la base y ha comenzado a entrevistar a las personas que lo conocen.

Mientras tanto, Hasan, de 39 años, permanece en coma, aunque en condición estable, tras ser alcanzado por los disparos de una policía civil, la sargento Kimberly Munley.

"Se topó con el atacante. En un intercambio de disparos, ella fue herida, pero logró alcanzarle cuatro veces. Fue una actuación estupenda y enérgica por parte de esta agente de policía", dijo en una rueda de prensa el teniente general Robert Cone, el comandante de la base.

Ayer comenzaron a conocerse la identidad de las víctimas, jóvenes soldados que se preparaban para ser desplegados en Afganistán o Irak, o que volvían de allí. Hasan también debía seguir ese camino, dado que tenía órdenes para ser trasladado a Afganistán, la primera vez que iría a la guerra, informó el coronel Steve Braverman.

Algunos colegas y familiares declararon a la prensa estadounidense que quería que EEUU se retirara de esos dos países, que intentó abandonar el Ejército y no deseaba ir al frente, pero enfatizaron que nunca manifestó ideas extremistas.

"Le mortificaba la idea de ser desplegado", dijo al diario The New York Times su primo Nader Hasan, quien añadió que "la gente le contaba a diario los horrores que vieron" en combate.

Hasan, quien nació en Virginia de padres palestinos, estudió psiquiatría en una universidad militar y en el hospital Walter Reed, la principal instalación para heridos de guerra del Ejército, trató las secuelas psicológicas que traían los soldados.

En un comunicado, su familia indicó que las acciones de Hasan son "atroces y deplorables", y dijo estar "orgullosa de EEUU".

El presidente Barack Obama instó a los ciudadanos a no "precipitarse a sacar conclusiones" tras el ataque, en una declaración en la Rosaleda de la Casa Blanca.

Algunos soldados que presenciaron la matanza han dicho que Hasan gritó "Allahu Akbar!", que significa "Dios es grande" en árabe, antes de disparar, según el comandante de la base.

En su intervención, Obama afirmó que el país entero "se encuentra de luto" ante uno de los peores incidentes de violencia registrado en una base militar y ordenó que las banderas en los edificios oficiales ondeen a media asta hasta el 11 de noviembre, cuando se conmemora el Día de los Veteranos.

El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, anunció que el presidente asistirá al funeral, cuya fecha aún no ha sido marcada.