A un año exacto del primer caso confirmado de coronavirus en el país, un hombre de 61 años que había viajado a Italia y regresó a San Pablo, Brasil vive sus horas más difíciles por la pandemia del Covid-19.

El sistema público de salud (SUS) atraviesa su momento más crítico, con tasas récord de ocupación de camas en casi 20 capitales, y el país tuvo el jueves el día más letal desde el inicio de la pandemia: 1582 muertos en 24 horas.

Poco parece haber cambiado en el mayor país de América Latina. Casi como un calco de un año atrás, cuando Jair Bolsonaro se refería al nuevo coronavirus como una “gripecita”, el derechista continúa con una postura contraria a la ciencia.

Después de que se conociera el reporte diario del jueves, que elevó el total de muertes confirmadas a más de 251.000, Bolsonaro habló a cientos de miles de personas en su habitual transmisión de Facebook. El presidente brasileño dijo tener en sus manos un presunto estudio sobre los “inconvenientes y efectos colaterales” del uso de barbijos.

“No voy a entrar en detalles porque todo acaba en críticas hacia mí. Cada uno tiene su opinión [sobre el uso de barbijos], aguardamos un estudio más profundo sobre esto”.

“La declaración absurda de Bolsonaro [sobre los barbijos] llega en un momento en que intenta desvirtuar la discusión por el descontrol de la pandemia”, dijo Jesem Orellana, epidemiólogo e investigador de la fundación Fiocruz en la unidad Amazonía.

El especialista mencionó que, en el peor momento de la pandemia, el gobierno federal apela a una estrategia “distractiva” a la que ya echó mano en enero, cuando cientos de pacientes murieron en la capital amazónica Manaos asfixiados por la falta de oxígeno. En esa ocasión, el ministerio de Salud intentó justificar la falta de control sobre la crisis amparándose en la nueva variante brasileña del Covid-19 y la ausencia del supuesto “tratamiento precoz” contra el virus.

En las últimas cinco semanas Brasil tuvo un registro de más de mil muertes todos los días en promedio. El virus se ha diseminado rápidamente gracias a la presencia de la variante brasileña, detectada por primera vez en Manaos, y de la británica también identificada en suelo brasileño.