Miles de personas concurrieron ayer al funeral de la exprimer ministro británica, Margaret Thatcher, en una ceremonia que se realizó en el centro de Londres con mezclas de aplausos y protestas.

Una multitud dio el último adiós a Thatcher en el funeral más grande para un líder británico en medio siglo. En un evento comparable al funeral de Winston Churchill en 1965, la reina Isabel II se unió a destacados políticos para despedir a la ‘Dama de Hierro‘.

Miles de seguidores salieron a las calles de Londres mientras el ataúd de Thatcher realizaba su viaje final hacia la Catedral de San Pablo. Ocho militares cargaron su ataúd en hombros para ingresarlo en la Catedral para un servicio fúnebre al que asistieron 11 primeros ministros de todo el mundo.

Thatcher fue homenajeada con salvas desde la Torre de Londres cada minuto. Las personas se reunieron a lo largo de la ruta de la procesión desde muy temprano en la mañana, con carteles que reflejaban diversos puntos de vista. ‘Nos dio esperanza, libertad‘, decía una pancarta llevada por un hombre, situado junto a otro que se quejaba por el millonario gasto de ‘de nuestro dinero para un funeral conservador)‘. Aunque muchos aplaudieron el cortejo y arrojaron rosas, otros dieron la espalda al paso del ataúd.

Thatcher, quien gobernó entre 1979 y 1990, murió el 8 de abril a los 87 años después de sufrir un accidente cerebrovascular. Buscó frenar el declive sufrido tras la guerra con políticas de libre mercado que enfurecieron a sus opositores al aplastar sindicatos y privatizar los principales recursos británicos, mientras impulsaba el sector de servicios. Sus partidarios la ven como una defensora de la libertad, mientras que sus opositores la acusan de destruir a comunidades e impulsar la codicia.

El féretro, envuelto en la bandera británica, fue trasladado primero por un coche fúnebre desde el Parlamento hasta la iglesia de St. Clement y de allí un carruaje militar lo llevó hasta la Catedral de San Pablo, donde se realizó el servicio religioso final. Las campanadas del Big Ben dejaron de sonar a las 9.45 (5.45 de Argentina).

El primer ministro británico David Cameron (conservador) participó en el servicio religioso final en la catedral de San Pablo, que contó gente de 170 países. Allí, Amanda, la nieta de Thatcher, leyó pasajes del Nuevo Testamento.