­Con una exhibición de samba y capoeira, y unas cuantas jugadas con un balón de fútbol, la favela Cidade de Deus, (Ciudad de Dios) en Río de Janeiro, recibió ayer al presidente estadounidense, Barack Obama, que entre reuniones sobre la situación en Libia, dedicó la mañana a visitarla.

Acompañado de su esposa, Michelle, y de sus dos hijas, Malia y Sasha, el presidente se desplazó en helicóptero hacia la favela hecha famosa en la película del mismo nombre de Fernando Meirelles, nominada en su día a cuatro Premios Óscar.

Este populoso sector, una extensa planicie habitada por cerca de 40.000 personas en el extrarradio de Río de Janeiro, fue tomado en 2009 por la policía, que expulsó a los narcotraficantes que durante décadas impusieron su ley en la favela.

Decenas de personas acudieron a recibir al primer presidente negro estadounidense, una figura enormemente popular en Brasil y que, según dijo en su día el ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, podría encajar perfectamente por su aspecto y su historia personal como un brasileño más.

Obama asistió a una demostración de los ritmos que han hecho famosa la música brasileña, como la samba, funk y maracatú, y donde no pudo resistir dejar mover la cabeza con los sones de los tambores.

El presidente no pudo resistirse a participar en otra de las grandes manifestaciones culturales brasileñas: el fútbol. Encorbatado y sin chaqueta, tras subirse las mangas de la camisa se sumó a unos toques del balón de un grupo de pequeños que lucían camisetas con el lema "Río 2016", el año en que la ciudad será anfitriona de los Juegos Olímpicos.

Ante la mirada asombrada de los niños, Obama procedió a regatear, mientras su esposa, vestida con una camisa amarilla y una falda verde -quizás en homenaje a los colores de la bandera brasileña-, y unas divertidas Malia y Sasha, se animaban también a darle unos toques a la pelota.

Obama cerró su presentación oficial en Río con un discurso en el Teatro Municipal donde volvió a elogiar a Brasil y lo puso como "un ejemplo de transición entre dictadura y democracia".

El ataque aliado a Libia alteró la agenda de Obama en Río ya que tuvo que posponer para la tarde la visita a la icónica estatua del Cristo Redentor en el Corcovado.

En su paso por Brasil Obama buscó acuerdos comerciales y consolidar una asociación estratégica en el campo petrolero. Además, presionó para que la presidenta Dilma Rousseff se decida a comprar el avión de combate F-18 de Boeing para modernizar la fuerza aérea. Se trata de un contrato millonario que aportaría un buen empuje a la creación de empleos en EEUU.