Cada 11 años, el gas del Sol, esa gran bola caliente con carga eléctrica que enciende la vida en nuestro planeta, se mueve y da inicio a un nuevo ciclo en el que el campo magnético se voltea por completo, los polos norte y sur cambian de lugar y aumenta la actividad en su superficie. Ese tiempo llegó, y una legión de científicos pasan sus horas mirando las manchas solares para determinar el momento exacto del comienzo del ciclo solar 25 y los efectos que podría tener sobre la Tierra.

“Medimos el ciclo por la cantidad total de manchas solares de cada mes. Sin embargo, existe una variabilidad sustancial de mes a mes, y debemos ir tomando un promedio entre períodos mínimos y máximos. Por lo tanto, es probable que tengamos entre 7 y 8 meses en el nuevo ciclo antes de darnos cuenta”, explicó al diario Ámbito Douglas Biesecker, jefe del Panel de Predicción del Ciclo Solar 25 de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) estadounidense.

Siempre hay superposición del ciclo que está terminando y el que comienza. Los especialistas ya están viendo manchas solares que se originan en el nuevo ciclo solar, pero también otras del anterior, por lo que solo cuando el número total de nuevas manchas comience a aumentar podrán certificar que el flamante ciclo está en marcha.

Si bien los ciclos de las manchas solares fueron advertidos en culturas remotas, fue recién a fines del siglo XVIII cuando, de la mano de los adelantos astronómicos, se comenzó a llevar un registro de los patrones de la actividad magnética solar. Por eso es que solo se contabilizan hasta la fecha solo 24 ciclos.

Cada uno de ellas afecta la actividad en la superficie del astro y también se incrementan las erupciones gigantes y las eyecciones de masa coronal que envían poderosas explosiones de energía y material al espacio. Pero… ¿existe la posibilidad de que se produzca una gran tormenta solar? “Absolutamente, es posible que ocurran tormentas solares poderosas”, responde Biesecker.

Aun cuando se espera que la performance del ciclo solar 25 estará por debajo del promedio. El tamaño del ciclo no afecta la intensidad de las tormentas, pero sí el número total de ellas. Como recuerda el científico, uno de los peores eventos de clima espacial de la historia sucedió en julio de 2012, durante el ciclo solar 24, que también estuvo por debajo del promedio. En ese entonces, la erupción del sol afectó con violencia la comunicación satelital con la Tierra, y mucho de lo que sabemos que ocurrió en esos momentos llegó a través de sondas lejanas.

Celulares, satélites, redes eléctricas

Es que la actividad puede causar mucho más que las electrizantes descargas en el Ártico y la Antártida que conocemos como auroras boreales. “Las llamadas celulares pueden verse afectadas, aunque es uno de los motivos de menor preocupación porque solo suele pasar cerca del amanecer y/o el atardecer, si el Sol está directamente detrás de la torre celular a la que se está conectando y si se produce una llamarada solar en frecuencias de radio determinadas”, detalla.

“Pero hay muchas preocupaciones más grandes”, alerta. También depende de la región en la que se viva: en las zonas más cerca del Ecuador se priorizan los problemas relacionados con las comunicaciones y GPS, mientras que en latitudes más altas se tratan de prevenir los riesgos para las redes eléctricas.

Los impactos en áreas clave:

-Redes eléctricas: durante las tormentas más grandes, los impactos pueden limitar la capacidad de transportar la energía desde donde se genera hasta donde se necesita. El daño a los transformadores puede provocar fallas y cortes.

-Satélites: el clima espacial puede limitar su capacidad de operar o dañarlos irreparablemente.

-GPS: los impactos son diversos, pero generalmente sobre lo que se llama GPS de precisión, que se utiliza para aplicaciones militares, topografía, perforación de petróleo y agricultura, entre otros muchos usos.

-Aviación: afectan a las comunicaciones y el GPS y los impactos varían según la ruta. Principalmente afectan a aviones que vuelan a mayor altitud y a las aeronaves que se desplazan sobre el Polo Norte.

Por eso existe tanto interés científico en predecir la magnitud y la duración de los ciclos solares. Las estimaciones para este ciclo, que se extenderá hasta cerca de 2030, sugieren que la fase máxima se producirá, aproximadamente, en julio de 2025. En una sociedad dependiente de la tecnología e hiperconectada, esa información puede ayudar a prevenir desastres de escala global.

Fuente: Ámbito