El Gobierno italiano y propietarios de hoteles ofrecieron refugio en edificios de la costa adriática para quienes se quedaron sin hogar. "Vayan a la costa. Es Pascua, tomen un descanso y nosotros lo pagaremos", dijo el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi.

El desconsuelo de los damnificados se acentuó más aún cuando Italia ayer dio sepultura a algunas de las 272 personas que murieron en pueblos medievales devastados por un terremoto.

Un estudiante universitario de 24 años, Giuseppe Chiavaroli, fue una de las primeras víctimas que tuvo un servicio funerario privado en la devastada región de Los Abruzos.

Amigos y familiares se reunieron en la pequeña ciudad de Loreta Aprutino para despedirse, aplaudiendo mientras su féretro era llevado hasta la iglesia, en un tradicional signo italiano de respeto.

"Deben tener el coraje para continuar su paso por la vida", dijo el arzobispo Tommasso Valentinetti de la ciudad costera de Pescara a los afectados.

Para el viernes está previsto un funeral masivo de Estado para las víctimas y que se declare día de luto nacional. El Papa Benedicto XVI oró por las víctimas y dijo que visitará el área pronto.

"Estamos impactados porque perdimos a nuestros seres queridos, el pueblo quedó reducido a escombros con más de 40 muertos, muchos de ellos jóvenes. Se perdió una generación entera", dijo Antonella Massi en el pueblo de Onna.

En L’Aquila, más de 300 personas duermen en el interior de un tren estacionado en la estación. Vittorio Mancini, su madre Giona, su mujer filipina Evelyn Arroyo y media docena de familiares con rasgos asiáticos duermen en tres compartimentos de un vagón.

"La mamma está cansada y débil, por eso nos hemos quedado aquí", afirmó con dos bolsas de ropa en la mano. Alessandra Piccini, su madre y cuatro hijos también se han refugiado en el tren. "Mi prima ha ido ahora al depósito de cadáveres para reconocer a mi prima", apuntó.