Buenos Aires, 16 de marzo.- La escasez de gasolina se acentúa en las zonas más afectadas por el terremoto y el tsunami del día 11, lo que entorpece las tareas de rescate y las evacuación, mientras en otros puntos del país, la gente llena bidones como medida de precaución.

Lo mismo ocurre con los alimentos, cuya compra desmesurada ha dejado algunos estantes vacíos en supermercados de ciudades como Tokio.

El Ejecutivo nipón reaccionó en bloque para garantizar el suministro de comida y combustible. El ministro de Defensa, Toshimi Kitazawa, anunció que su departamento ha sacado las reservas de combustible de las Fuerzas de Auto Defensa (Ejército), y al mismo tiempo, su homólogo de Agricultura, Michihiko Kano, informó de que su ministerio va a dar salida a las provisiones de arroz.

El vocero gubernamental, Yukio Edano, afirmó que en Japón no existen problemas de suministro de combustible, ya que varios países han ofrecido sus reservas, y que tampoco hay riesgos con la comida ni con otros productos de primera necesidad.

Además, reiteró su llamamiento a que la población mantenga la calma a la hora de adquirir provisiones, y recordó que la prioridad son los más afectados por el terremoto y su posterior tsunami.

En la región de Miyagi, concretamente en su base aérea de Matsushima, comenzó el reparto de reservas de gasolina de las Fuerzas de Auto Defensa, dado que el combustible es esencial para la comunicación en las áreas rurales.

Además, por el exceso de aprovisionamiento en las grandes metrópolis, algunas localidades menos pobladas del norte y el este del archipiélago se han quedado sin gasolina por incendios tras el sismo, como el que tuvo lugar en la refinería de Cosmo Oil, en Chiba.

Buena parte de las carreteras que unen la costa pacífica japonesa con los grandes centros de distribución sufren grietas todavía sin arreglar que, prácticamente, las inutiliza.

También los atascos obstruyen el reparto de arroz, lo que ha extendido cierto temor a su escasez en algunos puntos del país. El ministro de Agricultura decidió atajar estos miedos con la ampliación en casi un millón de toneladas de arroz de su fondo de reserva, del que, aseguró, hay suministros más que suficientes.

Sin embargo, el Ministerio de Defensa admitió que el Ejecutivo tiene menos excedentes de queroseno, un líquido fundamental para que las estufas calienten, más ahora con el frío que arrecia en las zonas más devastadas por el tsunami.

El Gobierno insistió en su llamada al ahorro de energía en hogares y empresas, mientras Tokio y las provincias cercanas sufren apagones rotatorios por la paralización de once centrales nucleares tras el seísmo, entre ellas la accidentada planta de Fukushima.

Con estas medidas y los repetidos llamamientos a la calma, el Ejecutivo nipón trata de convencer a la sociedad de que, para volver a la normalidad, es necesario evitar el pánico.

Los trenes regionales que utilizan a diario millones de habitantes de Tokio no funcionan con normalidad, aunque se ha registrado una ligera mejora desde el lunes, cuando apenas se cubrió el 20% del servicio.

Las líneas de metro del centro de la ciudad seguían circulando, pero a un ritmo similar al de un fin de semana. Muchos de los 35 millones de habitantes de Tokio, pulmón económico de Japón, evitaban acudir al trabajo y desplazarse ante la ingente inquietud por la situación en la central nuclear de Fukushima, que dista 250 kilómetros.

Los restaurantes de Tokio, atestados de gente un mediodía cualquiera, estaban prácticamente vacíos y, con la excepción de los supermercados, muchos pequeños comercios cerraron las puertas ante la falta de clientes.