Una bandera con el escudo franquista, coronas de flores, amenazas a la empresa encargada de levantar la losa que cubría el ataúd y nostálgicos "vivas" a España y al dictador. Estas son parte de las historias que dejó ayer la exhumación del dictador Francisco Franco tras 44 años enterrado en un mausoleo público. El cuerpo fue llevado después al cementerio de Mingorrubio-El Pardo, al norte de Madrid.

Francis Franco, el mayor de los nietos varones de a quien sus seguidores llamaban caudillo, colocó al amanecer la bandera de España con el águila del escudo franquista (actualmente no oficial) en el balcón de su oficina en Madrid. Después se le vio llegar con ella al Valle de los Caídos, donde asistió al proceso de exhumación con otros 21 familiares directos del dictador. Vestidos de oscuro, los familiares de Franco llevaron lazos con la bandera española en solapas de chaquetas y abrigos.

El féretro con los restos de Franco fue exhumado de la tumba en la basílica del monumento del Valle de los Caídos en una operación cerrada al público. Se trata de un hito en la forma en que el país afronta su complicado y tormentoso pasado reciente, con un dictador que murió en 1975 tras casi cuatro décadas en el poder y una transición

democrática pactada para dejar atrás la violencia de la Guerra Civil (1936-1939), un acuerdo que respetó buena parte del legado franquista. La exhumación pone fin a la "afrenta moral" que suponía que un dictador tuviera una tumba en un mausoleo público donde podía recibir homenajes, afirmó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.