El histórico "sí" del Senado a la reforma del sistema sanitario de EEUU representa el mejor regalo de Navidad que pueda recibir el presidente Barack Obama pero aún quedan muchos obstáculos para que la medida llegue a convertirse en ley.

El Senado votó el jueves pasado a primera hora de la mañana en favor del proyecto de ley por sesenta votos, todos de la bancada demócrata, contra 39, todos republicanos.

La aprobación representa todo un hito para la Casa Blanca y Obama, que se había fijado la reforma del sistema sanitario como su principal prioridad legislativa, y que ha apostado su prestigio político a la aprobación de la medida.

En una declaración en la Casa Blanca antes de partir hacia Hawai, Obama, que aplazó sus vacaciones navideñas en su archipiélago natal para estar en Washington durante la votación, afirmó: "Estamos finalmente a punto de hacer realidad la promesa de una reforma sanitaria real y significativa que aportará seguridad y estabilidad adicional al pueblo estadounidense".

Para Obama, el "sí" del Senado representa una reivindicación política, tras meses de descenso de su popularidad en las encuestas precisamente por su gestión en el proceso de reforma. Pero está claro que lo que se ha ganado hasta el momento ha sido sólo una batalla, no la guerra.

Queda por delante la pelea definitiva, el proceso de armonización del proyecto de ley del Senado con el que ya aprobó la Cámara de Representantes en noviembre. Ambas propuestas difieren significativamente en aspectos clave pero los líderes demócratas en ambas cámaras tienen muy poco margen para la negociación.

La medida busca dar cobertura médica a cerca de treinta millones de estadounidenses que en la actualidad carecen de ella.