Polémico. Líderes del mundo advirtieron a Trump que su decisión podría desestabilizar la región, pero el mandatario aseguró que lo hizo "en nombre de la paz" y que EEUU seguirá apoyando la llamada solución de los dos Estados.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció a Jerusalén como la capital de Israel, una decisión que rompe con una política de Estado de 70 años y desató el repudio de aliados y rivales en Medio Oriente y Europa y un revuelo de consecuencias insospechadas entre los países árabes.

En un discurso ofrecido en la Casa Blanca, Trump dijo que su gobierno pondrá en marcha también el proceso para trasladar la Embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv a Jerusalén, algo que se espera tarde varios años.

"He decidido que es hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel", comentó Trump. "Aunque presidentes anteriores lo convirtieron en una gran promesa de campaña, no la cumplieron. Hoy, yo estoy cumpliendo".

EEUU se convirtió así en el único país del mundo que reconoce como capital de Israel a Jerusalén, una ciudad que es reclamada también por Palestina y que la comunidad internacional, con la ONU a la cabeza, reivindica como una zona dividida, una parte occidental israelí y la otra oriental palestina.

Por eso, ni la ONU ni los países del mundo reconocieron la anexión unilateral de Israel de la mitad oriental de Jerusalén y siguen tratando esa parte de la ciudad como ocupada.

El estatus de Jerusalén -que alberga lugares sagrados de musulmanes, judíos y cristianos- es desde hace tiempo una piedra de tope en los truncados esfuerzos de paz en la zona.

La decisión de Trump complica el histórico rol de Washington como mediador en el conflicto entre israelíes y palestinos y tensa las relaciones con aliados árabes en los que EEUU confía para cimentar su oposición a Irán y combatir a los militantes islamistas suníes.

Israel considera que la ciudad es su capital eterna e indivisible y quiere que todas las embajadas estén instaladas ahí. Por su parte, los palestinos desean que la sede de un futuro Estado independiente esté en Jerusalén Este, capturada por Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967 y anexada en una decisión que nunca contó con reconocimiento internacional.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, elogió como un "hito histórico" la decisión de Trump, que seguramente será del agrado de los republicanos conservadores y cristianos evangélicos que conforman una porción importante de su base política.

Trump actuó bajo una ley de 1995 que exige el traslado de la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén. Sus predecesores Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama habían aplazado esa decisión para evitar inflamar las tensiones en Oriente Medio.

El grupo islamista Hamas dijo que la decisión de Trump es "una agresión flagrante contra los palestinos" e instó a los árabes y a los musulmanes a debilitar los intereses de EEUU en la región y a "aislar" a Israel.

En tanto, el presidente palestino, Mahmoud Abbas, sostuvo que Jerusalén es la "capital eterna del Estado de Palestina" y dijo que la decisión de Trump es "equivalente a que EEUU renuncie a su rol de mediador de paz".

El Papa pide honrar resoluciones de ONU

El Papa Francisco llamó a respetar el "status quo" de la ciudad de Jerusalén y dijo que nuevas tensiones en Oriente Medio inflamarán aún más los conflictos mundiales. En un llamado al finalizar su audiencia general semana, el Sumo Pontífice llamó a honrar todas las resoluciones de Naciones Unidas sobre Jerusalén, que es sagrada para judíos, cristianos y musulmanes.

"Hago un sentido llamado de modo que todos se comprometan a respetar el status quo de la ciudad, en conformidad con resoluciones pertinentes de Naciones Unidas", sostuvo.

El Vaticano respalda una solución que contemple dos estados para el conflicto palestino-israelí en que ambas partes lleguen a un acuerdo sobre el estatus de Jerusalén, como parte del proceso de paz.

Los palestinos quieren que Jerusalén Oriental sea la capital de un futuro Estado palestino independiente, mientras que Israel ha declarado a toda la ciudad como su capital "unida y eterna".

El Papa declaró ante miles de personas en su audiencia general: "No puedo mantenerme en silencio sobre mi profunda preocupación por la situación que se ha creado en los últimos días".