En ambiente festivo y con la fascinación que produce lo inusual, Túnez inició ayer la campaña electoral para los comicios del próximo 23 de octubre, los primeros sin el yugo de la dictadura del derrocado presidente Zín El Abidín Ben Alí.

Esto supone un hito en la ‘primavera árabe‘, tal como se denominó a las revueltas que barrieron a los presidentes tunecino y egipcio, sin olvidar las crisis de Libia, Siria, Yemen y Bahréin.

Nueve meses después de la caída de Zín El Abidín Ben Alí en Túnez, que supuso un giro en el devenir del norte de África y por extensión del resto del mundo árabe, más de 1.200 listas, integradas por unos 10.000 candidatos, aspiran a cubrir los 217 asientos de la Asamblea Nacional Constituyente, que redactará una nueva Carta Magna y pilotará la transición.

Un proceso insólito en este pequeño país de cerca de 10 millones de habitantes, que ayer causó estupor entre una población que aún tiene muy arraigados los miedos y las coacciones del régimen que los dominó durante 24 años.

Las protestas en Túnez, que después contagiaron a su vecinos como Egipto y Libia, donde también fueron derrocados sus dictadores, y a países más distantes, como Yemen y Siria, donde aún continúan, estallaron después de que un joven de esa localidad decidiera quemarse a lo bonzo desesperado por el paro y la corrupción.

La chispa de la ‘primavera árabe’ la encendió el pasado 4 de enero Mohamed Bouazizi, joven tunecino de 27 años, que era informático y vendía verduras para sobrevivir. Decidió quemarse a lo bonzo públicamente, en protesta por una actuación injusta de la policía al incautarle su único medio de vida. La bronca no tardó en extenderse por la región. Fuente: Agencia de noticias Efe