Un pequeño dron (avión sin piloto), cargado con un desfibrilador y capaz de llegar a lugares recónditos podría salvar vidas y, con ese objetivo, se presentó ayer un prototipo de este avión no tripulado en Alemania, donde cada año mueren 100.000 personas de paro cardiaco.
La organización Definetz, dedicada a fomentar el uso de desfibriladores (producto sanitario que diagnostica y trata la parada cardiorrespiratoria cuando es debida) y explicar su uso, presentó el modelo diseñado para aterrizar en lugares casi impracticables y en situaciones en las que cada minuto cuenta.
El aparato se pondría en marcha al recibir una llamada de emergencia desde una aplicación móvil y volaría de forma autónoma dirigido por un GPS hasta donde se encuentre el paciente que necesite ser asistido, aunque también podrían activarlo directamente los servicios de emergencia.
La Asociación Alemana de Servicios de Emergencia ha dado la bienvenida al proyecto, pero, en declaraciones a medios de ese país, ha pedido que no se creen falsas esperanzas hasta ver su utilidad real.
En su opinión, no salvarán más vidas de las que podrían salvarse si se pusieran en marcha medidas ya factibles pero infrautilizadas, como la instalación de más desfibriladores externos -dispositivos que permiten aplicar descargas eléctricas a una persona para restablecer su ritmo cardíaco normal-, un buen registro de los mismos y la formación de personas que sepan utilizarlos.
El prototipo presentado, que en la actualidad tendría problemas legales para surcar los cielos, cuenta con ocho rotores, mide un metro de largo y pesa 4,7 kilos ya cargado con el desfibrilador, dispositivo que podría soltar con un pequeño paracaídas. Con un costo de más de 20.000 euros, su radio de acción estaría limitado a 15 km y podría alcanzar una velocidad de 70 km por hora.
