Los tres días de sesiones en los que por primera vez se puso sobre la mesa, como nunca antes, el escándalo de abusos sexuales de menores por parte del clero, alcanzaron ayer un momento clave con un mea culpa histórico realizado en el corazón del Vaticano.

"Con demasiada frecuencia hemos callado, hemos mirado para otro lado, hemos evitado los conflictos, hemos sido demasiado petulantes para enfrentarnos a los lados oscuros de nuestra Iglesia", reconoció monseñor Philip Naamej, arzobispo de Tamale y presidente de la Conferencia Episcopal de Ghana, encargado de pronunciar la homilía de una conmovedora celebración penitencial.

En la histórica cumbre, el Vaticano puso ayer sobre la mesa la posibilidad de llegar a aliviar algunos aspectos del secreto pontificio como forma de garantizar más "transparencia" en los procesos canónicos contra los sacerdotes acusados de abusos sexuales a menores de edad.

Por su lado, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana arzobispo de Munich y Frisinga, el cardenal Reinhard Marx, admitió que la Iglesia alemana destruyó pruebas contra sacerdotes que abusaron de niños.

Si bien el encuentro finalizará hoy sin un documento conclusivo, el Vaticano espera que la cumbre marque "un punto de no retorno" en la lucha contra la pedofilia.