Un seguidor del derrocado presidente hondureño, Manuel Zelaya, murió ayer en un choque entre manifestantes y la policía, horas antes de que una protesta fuera reprimida para evitar que llegara a la embajada de Brasil donde está refugiado el líder depuesto. En tanto, la comunidad internacional redobló la presión sobre el Gobierno de facto para que permita la vuelta al poder de Zelaya, que fue derrocado hace casi tres meses por un golpe de Estado que desató la peor crisis política en América Central en décadas.
Según un testigo, miles de seguidores del líder fueron dispersados por la policía y militares con gases lacrimógenos cuando intentaban llegar a la sede diplomática brasileña, donde Zelaya se refugió el lunes tras entrar en
secreto a Honduras para intentar recuperar el poder.
"La comunidad internacional y la justicia está con nosotros, vamos a dar la vida si es necesario para que el presidente Zelaya vuelva a la presidencia", expresó Eunice Carranza, una estudiante universitaria de 24 años.
Tras los enfrentamientos, el Gobierno de facto decidió extender por tiempo indeterminado el toque de queda que estableció el lunes y que interrumpió ayer por pocas horas para que la gente pudiera abastecerse.
Los manifestantes marcharon hacia la embajada brasileña, desafiando el toque de queda instaurado en la tarde del lunes por temor a una ola de violencia.
Por otro lado, una misión diplomática de la OEA, encabezada por el secretario general del organismo, José Miguel Insulza, viajará el próximo fin de semana a Honduras y Argentina estará representada por el embajador ante la OEA, Rodolfo Gil.