Los padres del bebé de 11 meses quedaron bajo sospecha por las autoridades. Voluntariamente se hicieron análisis toxicológicos para comprobar que la droga hallada en el cuerpo de su hijo no era de ellos.

Dee, la madre del pequeño bebé, contó que salió al parque en Getafe, España, con su hijo para tomar aire. Se sentaron a la sombra y en un segundo el niño se sacó el chupete y se metió en la boca una pastilla azul que encontró en el piso. 

Al notarlo, le metió la mano en la boca y sacó un pedacito de algo azul. Volvió a su casa, llamó a las emergencias médicas y preguntó qué pasaba si su hijo había ingerido "tiza", lo que sospechaba que era, pero su marido agarró al bebé que estaba rígido y lo llevaron al hospital más cercano.

Al llegar, el menor presentaba "un episodio de desconexión del medio, rigidez generalizada y revulsión ocular". Los análisis mostraron que se había intoxicado con éxtasis. Le pusieron un sondaje urinario y medicación intravenosa. Tres días después le dieron el alta y no presentaba secuelas.

"No se aprecian signos de riesgo de exclusión social, se trata de un niño sano y con correcto seguimiento desde el punto de vista sanitario. Se comunica la situación al equipo de trabajo social", dejaron escrito los médicos en un documento, además de resaltar que los padres eran rumanos.

Dee fue a hacer la denuncia de la pastilla a la comisaría, donde tuvo varios problemas con la policía porque no replicaban lo que ella estaba diciendo. Para alertar a otros padres, compartió en Facebook lo que había pasado. Muchos le agradecieron, otros no le creyeron y pidieron que compartiera la documentación de los médicos.

La policía fue a su casa para tomarles la declaración, les sorprendió que no los sometieron a un análisis toxicológico. En un hospital público les daban turno para dentro de dos semanas, entonces prefirieron pagar 500 euros para mostrar que ellos estaban limpios y que debían cuidar el parque.