La estrella de la buena suerte parece que se le ha apagado definitivamente para Silvio Berlusconi. Ayer, el polémico primer ministro italiano, desde hace meses en el ojo de la tormenta por sus fiestas lujosas y escándalos sexuales fue víctima de un inesperado ataque: un desconocido le propinó un fuerte puñetazo en el rostro al finalizar un mitin en Milán que casi noquea al millonario empresario que en pocos minutos quedó con su cara cubierta de sangre por lo que tuvo que ser hospitalizado.

Berlusconi, de 76 años, fue agredido en la calle al terminar un acto del partido Pueblo de la Libertad (PDL), realizado en el marco de la campaña para las elecciones regionales de marzo.

Cuando "il cavaliere" se detuvo a firmar autógrafos en la plaza de la catedral de la ciudad recibió abruptamente el golpe en el rostro.

Berlusconi perdía sangre por la nariz y la boca y fue llevado inmediatamente al

hospital San Raffaele de la capital lombarda, donde los médicos decidieron mantenerle durante 48 horas bajo observación, tras lo que se prevé un tiempo de recuperación de 20 días.

Berlusconi, que en todo momento estuvo consciente y que al salir de urgencias con una bolsa de hielo en la boca para ser trasladado a una habitación del centro médico dijo encontrarse bien, presenta, según el diagnóstico de los médicos, una pérdida copiosa de sangre, una lesión lacero-contusa interna y externa en el labio superior, así como daños en los dientes y una fractura en el tabique nasal.

Tras el suceso, que se produjo poco después de las 17.30 (14.30 de Argentina) al acercarse Berlusconi a saludar a la gente tras el mitin, la Policía detuvo al supuesto agresor, un hombre de 42 años sin antecedentes penales de nombre Massimo Tartaglia.

Agentes de la Policía, que descartan que el incidente tenga vínculos con algún grupo extremista organizado, condujeron al detenido a la comisaría para el interrogatorio y, según fuentes de la investigación, se encuentra en tratamiento psicológico desde hace diez años en un hospital de Milán.

La agresión se produjo después de que en el acto del PDL el primer ministro fuera interrumpido en su discurso por un grupo de manifestantes que le llamaron "payaso" y pidieron su "dimisión", algo que hizo que Berlusconi elevara su tono de voz y les gritara, hasta en tres ocasiones, "vergüenza".

Inmediatamente tras la agresión, los principales líderes políticos italianos, de uno y otro signo, salieron a condenar los hechos, que llegan después de varios meses en los que Berlusconi se ha visto envuelto en polémicas personales, políticas y judiciales.