Aunque heredará los populares programas sociales y el manejo de enormes recursos venezolanos, al vicepresidente Nicolás Maduro no le resultará fácil calzarse los zapatos del fallecido presidente Hugo Chávez, cuya influencia sobre las diferentes corrientes del chavismo, su carisma y su inimitable estilo personal son intransferibles.

El "chavismo", una heterogénea alianza de izquierdistas radicales, militares conservadores y socialistas moderados, enfrenta riesgos por la ausencia del líder que los aglutinaba bajo la bandera roja de la revolución. "El presidente orientó a todo el pueblo que teníamos que estar en torno a la dirección colectiva del compañero Nicolás Maduro, que queda al frente de la conducción de la revolución", dijo el ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, uno de los hombres fuertes del Gobierno y figura clave en la transición.

Analistas como Luis Vicente León creen que será clave para el denominado "chavismo" que Maduro esté al frente del Gobierno durante la campaña para las próximas elecciones presidenciales, mientras persiste un clima de incertidumbre política en el mayor exportador de crudos de América Latina.

Todas esa sensación de incertidumbre mantiene en vilo a la región, donde el fallecido Chávez forjó fuertes lazos políticos y económicos con otros gobiernos izquierdistas de la región, como Cuba, Ecuador, Nicaragua y Bolivia.

En Venezuela, aunque las calles lucen tranquilas, la incertidumbre flota en el ambiente. Largas colas de automóviles se aglomeran frente a las gasolineras, se suspendieron las clases en los colegios y muchos comercios permanecen cerrados, mientras oficialistas y opositores hacen votos por una transición tranquila.

"Recogemos sus expresiones respetuosas de condolencia (de la oposición), las respondemos con buena voluntad y aspiramos que el tono se mantenga para que nuestra Venezuela pueda transitar estos días tan difíciles en paz", dijo Maduro, que será el presidente interino hasta que haya elecciones.

Frente al vicepresidente interino se observa una oposición para la que también se abre un nuevo período, luego de tres lustros denunciando a Chávez como un aprendiz de dictador que destruyó la democracia venezolana. Algunos de sus más duros detractores celebraron la noche del martes, pero en general se han mantenido en un discreto segundo plano.

"Chávez había ejercido una posición muy hegemónica y un uso muy discrecional de los poderes del Estado, como si esto fuera su hacienda. Me gustaría un cambio", dijo Juan Vendrell, un ingeniero de 58 años, en un adinerado vecindario de la capital.

Mientras pudieron leerse en las calles carteles con preguntas tales como "¿Y ahora quién gobierna?", la oposición comienza a organizarse ante los comicios por venir. El gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, quien se midió con Chávez en octubre, sigue luciendo como el favorito para volver a la contienda por la silla presidencial, pero el proceso de selección de un candidato de consenso por parte de la coalición opositora aún no se produce.