En medio del escándalo que protagonizan los principales frigoríficos de Brasil, entre ellos los multinacionales JBS y BRF, acusados de adulterar carnes no aptas para consumo para poder venderlas en el mercado, en las últimas horas se conocieron algunas de las maniobras que realizaron para concretar la estafa, como cambiar la fecha de vencimiento de los cortes, "maquillar" su aspecto o usar químicos para disimular su mal olor.

La denominada Operación Carne Débil de la Policía Federal brasileña destapó que varias empresas, entre las que se encuentran las más importantes de Brasil, adulteraban la carne que vendían en el mercado interno y externo.

El operativo reveló además una extensa red de sobornos en la que estarían implicados decenas de inspectores encargados de certificar que los productos cumplían con los requerimientos sanitarios.

"Los agentes públicos, valiéndose del poder de fiscalización de sus cargos, mediante el pago de sobornos, facilitaban la producción de alimentos adulterados y emitían certificados sanitarios sin fiscalización efectiva de los alimentos", asegura um comunicado de la Policía Federal, que acusa a los funcionarios de proteger a empresarios corruptos a costas del interés público.

Las empresas negaron las irregularidades en comunicados. Sin embargo, las acciones de JBS, que produce Friboi, Swift y Seara, y BRF, dueña de las marcas Sadía y Perdigao, cayeron 6% en la Bolsa de Valores de Sao Paulo a raíz del operativo de las firmas que en la última década se convirtieron en los principales productores de carne procesada del mundo.

La operación logró detener cuatro contenedores con carnes adulteradas para exportación. Escuchas telefónicas obtenidas por la Policía Federal en la mayor operación de la historia, de dos años de investigación, indican que los chorizos fueron rellenados con carne de cabeza de cerdo, algo prohibido.

Además, los pollos eran adulterados con inyecciones de agua y productos químicos para evitar malos olores una vez que los mismos habían vencido.