Buenos Aires, 31 de marzo.- En medio de una interminable y expansiva (su última y sorpresiva víctima es la acorralada Chipre) crisis europea, la canciller alemana Ángela Merkel se trasladó a la isla italiana de Ischia para pasar las vacaciones de Semana Santa, lugar que ya eligió en años anteriores para transcurrir este periodo de reposo.
La llegada de Merkel a la isla se produjo el mismo día en que el presidente italiano, Giorgio Napolitano, inició una nueva ronda de consultas con las principales fuerzas parlamentarias, tras el fracaso del líder de centro-izquierda Pierluigi Bersani de formar nuevo gobierno.
Merkel desembarcó en Ischia, frente a las costas de la sureña Nápoles, junto a su marido procedente de Pozzuoli (Nápoles) y se dirigió a la localidad de Sant Angelo, donde se aloja en medio de un gran dispositivo de seguridad.
"Cuando viene a Ischia lleva una vida muy apartada, en compañía de sus amigos. Durante sus salidas se mezcla con otros turistas, buscando pasar desapercibida, como demuestra su carácter de mujer reservada", explicó el alcalde de Ischia, Franco Regine a la prensa.
En declaraciones recogidas por los medios de comunicación italianos, Regine contó que durante las vacaciones de Pascua de hace algunos años Merkel participó en el tradicional rito del Calvario de Jesucristo como una fiel más.
"Algunos aseguran haberla visto entre los otros fieles. Participaba como una turista normal en la vida de la isla", subrayó.
A seis meses de la realización de las elecciones federales para elegir a los miembros del parlamento alemán (Bundestag), quienes luego deberán formar gobierno y elegir canciller, el partido liderado por Merkel continúa al frente de las encuestas.
El implacable manejo de la canciller de la crisis financiera en Chipre, donde la troika dispuso un corralito en los retiros de dinero en los bancos y la quita de un 37,5% en los depósitos de más de 100 mil euros, resultó un éxito para las intenciones de Merkel de conseguir un tercer mandato.
De acuerdo a los sondeos, la coalición gobernante (Unión Demócrata Cristiana y el Partido Liberal) obtendrían un 46% de las intenciones de voto si las elecciones tuvieran lugar ahora, mientras que la alianza opositora apenas conseguiría el 38%.