La fiesta de "Ashura", la más importante y sagrada del calendario islámico chií, se tiñó ayer de sangre en Irán, donde se recrudecieron los violentos enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y grupos de la oposición pro reformista, que dejaron un saldo de al menos 8 muertos, entre ellos un sobrino del líder de la oposición Mir Hussein Musavi.

La protesta en las calles fue el peor rebrote de violencia desde que la polémica elección presidencial de junio pasado provocará una rebelión popular y turbulencia política por un supuesto fraude que le dio la reelección al ultraconservador, Mahmud Ahmadineyad.

Hubo cuatro fallecidos en los enfrentamientos que la Policía mantuvo con los grupos de manifestantes cerca de la Universidad de Teherán, mientras los otros cuatro perecieron en combates callejeros contra la Policía en la ciudad de Tabriz, en el noroeste iraní.

Los enfrentamientos se extienden hasta otros puntos de la república islámica, especialmente en Shiraz, a casi 1.000.

Los miles de iraníes que coparon las calles fueron apoyados por los bocinazos de otros miles de conductores que apoyaban la protesta. Más de 300 manifestantes fueron arrestados en Teherán, mientras se contaban decenas de heridos de los dos bandos: manifestantes y fuerzas de seguridad.

Según reportó el sitio web opositor Jaras, el sobrino de Musavi, Alí Musavi fue muerto de un balazo por la Policía.

Según el citado sitio de internet, que fue bloqueado de inmediato, Ali Musavi, de 35 años, resultó herido de bala en la calle Enguelab y falleció antes de ser trasladado al hospital Ibn Sina de la capital.

Ninguna de las muertes pudieron ser confirmadas por la prensa independiente ya que los medios internacionales tienen prohibido cubrir directamente las protestas de la oposición desde la disputada elección presidencial iraní.

Fotografías de los incidentes mostraban a un hombre ensangrentado, tirado en el suelo. Otras fotos exhibían motocicletas quemándose y manifestantes lanzando piedras a la Policía.

Las protestas en un día tan señalado para los chiíes como es la "Ashura", en el que se conmemora el asesinato en el año 680 de su tercer imám, Husein, nieto del Profeta Mahoma, parece ahondar aún más la crisis política que agita Irán desde la polémica reelección de Ahmadineyad.

Ashura es un día de dolor y luto, pero también de orgullo y de reafirmación para los chiíes, que consideran que el liderazgo de la comunidad musulmana les fue arrebatado tras las disputas que surgieron a la muerte de Mahoma.

Habitualmente, es una jornada de unidad comunal marcada por una serie de procesiones en las que los hombres se golpean el pecho entre lágrimas, se azotan la espalda o se abren heridas en la cabeza para llorar y rememorar la sangre derramada.