Estados Unidos, 17 de septiembre.- El primer paso es armar un avión de papel. Obviamente, cuanto más firme y balanceado sea, más probabilidades tendrá de volar indefinidamente.
El segundo y último paso, lanzarlo sobre una cocina, preferentemente, eléctrica.
¿Cómo es posible? El calor se emite en ondas ascendentes que permiten al avión flotar, sin caerse al suelo.
El verdadero secreto es hacer uno con unos pequeños flaps en la parte trasera (uno hacia arriba y otro hacia abajo), que le permitan volar en círculos en vez de seguir una línea recta. Una vez conseguido eso, basta con que el calor suba de forma proporcional para que se mantenga en el aire ad eternum.